Logotipo de Journey

(Análisis) Journey

Logotipo de Journey

Reflexión, ésta es la palabra que describe una experiencia como la que el jugador vive, porque no se puede emplear otro término si no «vivir», desde el momento en que pulsa el botón X en el menú principal de la PlayStation 3. Y recalcamos, experiencia, porque cuando la industria del videojuego se eleva hasta la categoría de «arte» solamente puedes alabar el trabajo de desarrolladoras como thatgamecompany y dar gracias a todo lo agradecible por haber tenido la suerte de pasar por ella.

Journey, el viaje, comienza en medio del desierto poniéndonos en la piel de un misterioso ser encapuchado. A Journey le sobran las palabras y se comunica con el jugador por medio del entorno, de la música, de los sonidos, en definitiva, de las sensaciones que le produce. No necesita interfaz salvo una pequeña tela que cuelga de la capucha de este ser y que, a medida que recolectas unas orbes amarillas, crece y te ofrece la capacidad de «flotar» durante más tiempo. Realmente hablar de Journey es destripar una experiencia que todo jugón que se precie, y pueda, debe experimentar, así que trataremos de realizar un texto desde la perspectiva menos «desveladora» posible.

Seres encapuchados que tratan de llegar al monte

Un término con el que se podría definir este juego, disponible únicamente en formato digital, es «simpleza». Pero es ahí donde radica su belleza y la potencia exponencialmente. La jugabilidad es simple, la trama también se podría considerar simple, la música es sencilla, los paisajes son áridos, desprovistos de muchos detalles pero este conjunto de sencillez y simpleza se convierte en un boom de profundidad y belleza que cala hasta los huesos de tal forma que, en las últimas pantallas del juego, pueden brotarte las lágrimas a borbotones sin ningún motivo aparente más que la conjunción de todas las cualidades de este título.

 El apartado gráfico es simple y llanamente sublime. Desiertos áridos que resaltan el brillo de la arena moviéndose al compás del viento y la música con colores y tonalidades que cambian según el momento del día, amén de otros paisajes que no desvelaremos para no hacer mella en lo que thatgamecompany trata de expresarnos. Todo esto se consigue gracias a que Journey hace uso del motor de juego PhyreEngine, creado por Sony, de forma magistral.

La trama del juego es la soledad. Nuestro ser encapuchado «despierta» en mitad del desierto y, movido únicamente por pequeñas visiones, tratará de llegar a una especie de Monte Olimpo. Pero no ese tipo de soledad, ya que a lo largo de nuestro viaje nos toparemos con misteriosos seres de aspectos curiosos, compuestos principalmente de tela, como por ejemplo medusas voladoras o incluso con otros seres encapuchados si tenemos activada nuestra sesión en la Playstation Network que nos ayudarán a llegar a nuestro tan ansiado destino. La soledad de la que hablamos es la de la propia esencia de nuestro ser, el desconocimiento de lo que ocurre, del por qué ocurre, de hacia dónde vamos, de de dónde venimos. Hablamos de ese tipo de soledad con la que todos convivimos día tras día.

Una respuesta a “(Análisis) Journey”

  1. Había oído hablar muy bien de este juego, y tú no has hecho más que aumentar mis ganas de catarlo.
    Magnífico juego para estrenarse. :D
    Bienvenido y que sea el primero de muchos
     
    Y parafraseando a un amigo que me dedicó estas palabras de apoyo hace muchos años….
     
    ¡¡Curre, perra!!

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