[Análisis] Ori and the Blind Forest

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En la conferencia de Microsoft del E3 2014, un juego llamó la atención entre la avalancha de shooters y superproducciones que aspiraban a llenar el catálogo de Xbox One y 360, un título desconocido hasta la fecha, de espíritu indie y un encanto especial que cautivó a la audiencia para auparlo como uno de los momentos más destacados del evento.

Ori and the Blind Forest, disponible para PC y Xbox One (con una futura versión para Xbox 360), está desarrollado por Moon Studios, un colectivo de diseñadores, programadores y artistas sin una sede concreta, sino que sus miembros están dispersos por todo el mundo, desde Austria a Australia, pasando por Israel o EE.UU. Este proyecto nació como un homenaje a juegos como Rayman y Metroid, así como a películas como El rey león y El gigante de hierro o la cinematografía de Hayao Miyazaki y el estudio Ghibli, con referencias a títulos como Nausicaä del Valle del Viento, Mi vecino Totoro o La princesa Mononoke.

ori4La historia nos presenta a Ori, una criatura recién nacida que vive en el Árbol Espiritual que da vida al bosque de Nibel y que, durante una tormenta, cae lejos de su hogar, siendo recogido y criado por Naru, una habitante del lugar. Sin embargo, al poco tiempo, la hambruna provoca que la madre adoptiva de Ori muera, dejándole solo ante un cataclismo que se aproxima y que parece estar relacionado con un inmenso búho negro llamado Kuro. Es entonces cuando nuestro protagonista encuentra a Sein, un ser que le guiará para devolver la luz al bosque. El argumento es sencillo pero muy bien narrado y con grandes dosis de emotividad sin apenas palabras, claramente influido por las películas de Ghibli y Disney, creando un perfecto marco en el que desarrollar la jugabilidad.

No hace falta más que echar un vistazo al juego para empezar a apreciar su buen hacer. El apartado gráfico en 2D es de una gran belleza gracias al cuidado y el nivel de detalle que rezuma cada pequeño rincón de la pantalla. El diseño sencillo pero entrañable de personajes y enemigos se sitúa en un inmenso mapa formado por numerosos y variados escenarios, dando la impresión de estar dibujados a mano y conteniendo algunos efectos sutiles en 3D, como el agua o la luz. El trabajo realizado es impresionante gracias al sabio uso de los diferentes planos de profundidad, tanto en primer plano como en el fondo, dando una riqueza visual pocas vista en un título de estas características. El nivel llega al extremo de que Thomas Mahler, uno de los líderes del estudio y antiguo componente de Blizzard, afirma que cada elemento de los escenarios es único e irrepetible, evitando reciclar recursos en diferentes lugares, asegurando que si ves un árbol o una seta sólo se encontrará ahí.

Pero este virtuosismo no se aprecia únicamente de forma estática sino que termina de explotar en movimiento. En primer lugar, el uso de la iluminación y efectos especiales y el suave scroll crean una ambientación mágica y misteriosa, con bosques en penumbra, parajes helados en los que cae la nieve, ríos torrenciales que se desbordan, volcanes a punto de entrar en erupción, valles con un viento asolador o picos donde la luz lo riega todo. A ésto se suma la delicadeza de las animaciones, dignas de una producción cinematográfica, perfectamente enlazadas y de una naturalidad pasmosa especialmente en lo referente al protagonista, que encadena movimientos grácilmente, repercutiendo de forma positiva en la jugabilidad.

ori3En lo que respecta al sonido, la banda sonora es otra faceta cuidada al máximo con una partitura compuesta por Gareth Coker que se mueve entre cierta inspiración celta y la épica delicada de Joe Hisaishi. El protagonismo de la música se la reparten un piano alrededor del que giran el resto de los instrumentos en muchas ocasiones, con cuerdas que elevan la carga emocional, vientos que añaden una gran dosis de aventura, una percusión que se encarga de acelerar el ritmo cuando toca y coros que acaban por dar un punto de magia. Los efectos de sonido acompañan de forma más que correcta, con un abanico de gritos, golpes y pasos que cambian según la superficie y las condiciones en las que nos encontramos, a lo que se suma un doblaje que apuesta por un idioma inventado a pesar de que se pueden apreciar ciertos términos en inglés. Audiovisualmente, Ori and the Blind Forest es un espectáculo de máxima calidad.

La jugabilidad sigue el libreto de los metroidvania punto por punto, es decir, una mezcla de acción, plataformas, exploración y puzzles con la necesidad de conseguir nuevas habilidades para desbloquear partes del mapa inalcanzables hasta entonces. Controlando a Ori y a Sein podemos atacar a los enemigos gracias a unos haces de luz, teniendo que esquivar sus distintos patrones de ataque que, normalmente, se basan en lanzar proyectiles. El componente de acción es el más sencillo de todos los que conforman la jugabilidad pero está muy bien ejecutado para que siempre sea satisfactorio, especialmente cuando tenemos que enfrentarnos a un grupo numeroso de monstruos.

Sin embargo, la acción está intrínsecamente ligada a las plataformas y los puzles pues será muy importante esquivar y utilizar los ataques de los enemigos a nuestro favor más que someterles con nuestro poder ofensivo. De la misma manera, las secciones de plataformas nos ofrecen retos que superar no sólo con habilidad y paciencia, sino también pensando muy bien cómo hacerlo y en qué orden, convirtiéndose prácticamente en puzles y creando una dinámica y simbiosis entre ambos elementos de lo más inteligente y atractiva, a pesar de que también contamos con rompecabezas más convencionales que utilizan cubos y palancas pero también otros más novedosos como las plataformas gravitatorias. También existen secciones en las que debemos huir de una amenaza, posiblemente los pasajes más difíciles del juego, que requieren un gran dominio de todo lo que hemos aprendido hasta el momento, así como una ejecución perfecta de las habilidades, reflejos felinos y pensamiento rápido para identificar la ruta de escape. La variedad de situaciones es inmensa y siempre nos ofrece algo nuevo, nunca reciclando situaciones anteriores.

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Como buen metroidvania, el dominio de las habilidades que vamos aprendiendo es clave para tener éxito. Contamos con movimientos habituales en este género, como el doble salto, escalar muros o zambullidas pero, sin lugar a dudas, la mecánica más interesante es el modo “proyectil”. Si lo utilizamos justo cuando estamos a punto de ser alcanzados por un proyectil enemigo, algún obstáculo del escenario, monstruos o alcanzamos un punto concreto, podemos lanzar a Ori por los aires en la dirección y con la fuerza que queramos, teniendo la posibilidad de enlazar numerosos saltos uno detrás de otro sin tocar el suelo, algo que se volverá indispensable en las huidas y el tramo final del juego. Es una ingeniosa actualización y mejora de los tradicionales barriles de Donkey Kong Country, ofreciendo muchas posibilidades y una mayor complejidad en los segmentos de plataformas y puzles. El juego se beneficia de un excelente control sobre Ori, ayudado por las exquisitas animaciones y que nos permite enlazar todos nuestros movimientos de forma fluida, algo indispensable para superar ciertas pantallas. Es una delicia comprobar cómo responde a nuestras órdenes de inmediato, convirtiéndose en un prodigio del parkour esquivando y superando peligros. Eso sí, se recomienda utilizar un mando en PC para explotar todo su potencial.

ori5Otro factor a tener en cuenta es que no existen los puntos de guardado per se, sino que somos nosotros mismos quienes los creamos recogiendo células de energía y utilizándolas cuando más nos convenga. Ésto ofrece mucha flexibilidad aunque también es cierto que, si somos algo olvidadizos, no crearemos ninguno durante un buen rato y cualquier muerte nos puede obligar a repetir la última media hora de juego. En nuestra aventura también recogeremos puntos de habilidad para conseguir mejoras accesibles en esos puntos de guardado, agrupados en tres grupos diferentes centrados en el ataque, la defensa y el apoyo/exploración.

La duración del juego ronda las 8-10 horas si nos concentramos únicamente en superar el juego pero puede prolongarse hasta las 15 si exploramos todos los rincones del mapa y descubrimos todos sus secretos, aunque la ausencia de puntos de viaje rápido hace que tener que recorrer de nuevo ciertos caminos se haga algo tedioso, especialmente en la historia principal. En cuanto a la dificultad, está muy bien ajustada para que en ningún momento sea un paseo pero siendo siempre un reto, alcanzando satisfacción cuando superamos cada uno de los obstáculos que presenta. Puede que en ocasiones tengamos que repetir varias veces el mismo segmento, ya sea porque no hemos tenido la habilidad suficiente o no sabemos muy bien qué hacer pero nunca frustra ni es un reto injusto.

9,5

Conclusiones:

Ori and the Blind Forest es, sin lugar a dudas, uno de los mejores metroidvanias jamás creados, con un apartado audiovisual precioso y emotivo, una mezcla de géneros genialmente integrados, una jugabilidad pulida y perfecta, una dificultad equilibrada y una duración más que correcta. Un título sin defectos visibles que merece ser disfrutado por cualquier aficionado a los videojuegos.

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