(Análisis) Unchained Blades

Furyu es una compañía de juegos bastante reciente que empezó con juegos de DS de cosas conocidas en Japón (Doraemon, Jewel Pet…) y que después ya, con un pequeño colchón de dinero, se lanzaron a la aventura con un rpg del tipo dungeon crawler para el que contactaron con un montón de personas muy célebres en los juegos de rol, teniendo así como director a Toshio Akashi (Lunar), compositor principal de la música el maestro Nobuo Uematsu (la mayoría de los juegos de la saga Final Fantasy llevan su música) y a un montón de artistas para que cada uno diseñase a un personaje, habiendo llamado a otro para los escenarios de las mazmorras. De este modo, tenemos un equipo ejemplar para el primer juego suyo que ha llegado a comercializarse en occidente (está a la venta para PSP gracias a XSEED y saldrá más adelante para 3DS), aunque de momento solo pueda encontrarse en tiendas americanas en formato digital, y este juego es Unchained Blades, que hoy procedemos a analizar.

Buscando a la diosa Clunea.

El protagonista de la aventura es Fang, un orgulloso dragón de lo más idiota que osa desafiar a la diosa que, para darle una lección y hacerle ver que él no es el ombligo del mundo y que debería ser más humilde, le quita todos sus poderes. Sin embargo, él picado con ella, pretende ir de nuevo en su búsqueda para matarla y, para ello, necesita haber derrotado primero a todos los titanes que custodian su morada y que además van concediendo deseos por cada uno de ellos que muere si nos hacemos con su corazón. Como Fang por si mismo -por muy chulito que sea- no puede hacer nada, se alía con otra gente que está dispuesta a jugarse el cuello por ver cumplido su deseo, de modo que a lo largo de unos capítulos iremos viendo cómo evoluciona la historia individual de cada personaje, al mismo tiempo que los titanes irán cayendo uno tras otro a nuestros pies.

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