Desde hace unos días podemos encontrar en varias consolas (PS4, Xbox One Switch) el videojuego Super Bomberman R Online, que también estaba disponible desde hace un tiempo en Stadia y PC.
Super Bomberman R Online es un juego de tipo free to play, es decir, que sigue el modelo de negocio de la gratuitidad con micropagos opcionales para quienes quieran avanzar más rápido o conseguir cosas exclusivas. En el caso de este juego, dentro de la parte no incluida de serie sin pasar por caja se incluyen trajes, accesorios de personalización de los personajes y un pase de batalla premium. Jugar a las partidas en sí nos cuesta nada, es gratis sin limitaciones, y tenemos una selección variada de personajes con distintos atributos. Por ejemplo el que sería el traje del Bomberman clásico está equilibrado en sus funciones a un punto intermedio del total de la escala, mientras que los de colores tienen sus puntos fuertes y débiles de manera inicial.
Desde que en 1983 salió el primero de la serie Bomberman, hace ya la friolera de casi 40 años, lo que se nos ha presentado en cada entrega es un juego arcade en el que teníamos que romper bloques y tratar de hacer desaparecer a bombazos a nuestros rivales, mientras procurábamos esquivar todos los ataques, ajenos o incluso propios que hubiera por el escenario. Dicho de otro modo, teníamos que ver bien dónde había bombas y ponernos a salvo antes de que tuviera lugar su detonación, pero también teníamos que buscar las vueltas al resto de jugadores para tratar de sorprenderlos o encerrarlos y que así nos libremos de ellos con ese regalo que les dejamos.
En Super Bomberman R Online no tenemos un modo historia ni un abanico de escenarios variados, sino un juego de tipo batalla campal de supervivencia en el que jugamos 64 personas de manera simultánea. Como podría ser un buen jaleo que todos estuviésemos juntos en la misma pantalla, hay 16 salas de hasta cuatro jugadores que van cerrándose hasta que sólo quede una última sala en la que los cuatro finalistas que no hayan perecido hasta el momento se enfrenten en un duelo a muerte. Las mecánicas son muy sencillas: cuando ha habido algunas bajas, se nos insta a movernos de sala para que vayamos llenando nuevamente otras salas con los que vayamos sobreviviendo. Así, con las rotaciones, es de la manera que sin importar los emparejamientos iniciales, habremos podido jugar contra cualquier otro que, al igual que nosotros, haya ido sobreviviendo a los múltiples peligros. Es, en cierto modo, como un torneo en el que hay cada vez menos finalistas hasta que alguien se alza con la victoria. Durante los paseos a otras salas contamos con un tiempo límite, si, por lo que fuera, no llegásemos a tiempo a donde nos corresponde, porque estemos despistados o no sepamos leer el mapa esquemático, nos caería una plancha de hierro con pinchos en la cabeza que nos dejaría fuera de combate. Si, por el contrario, lográsemos nuestro objetivo, antes de enfrentarnos a nuestros rivales tendremos que escoger dónde situamos a nuestro personaje, mirando bien que no vayan a caer bloques justo encima, porque eso nos arrebataría una de las dos vidas que tenemos por defecto, aunque siempre podemos conseguir más si tenemos la suerte de que aparezcan por ahí y lleguemos a atraparlas antes que los demás.
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Conclusiones:
Super Bomberman R Online es un juego bastante simple y que no ofrece un buen apartado gráfico ni sonoro. Su diversión también está limitada debido a la ausencia de fases y objetivos más allá de obtener puntos por cuentagotas en esas temporadas larguísimas que duran tres meses y con las que conseguiremos pequeños regalos como accesorios o posturas para nuestros personajes, siempre y cuando no nos hayamos aburrido antes y lo desinstalemos. Es prescindible incluso para quienes sean grandes fans de Bomberman, o precisamente para ellos lo sea mucho más. Un trabajo muy flojo de Konami al que lo único que no se le puede echar en cara es el precio, siempre y cuando uno no se antoje de alguna cosa de pago de manera impulsiva antes de comprobar en sus carnes que nada acompaña a pasar buenos momentos con él, comenzando por los eternos tiempos de carga.