(Análisis) Dragon Age II

En Dragon Age II hay una gran cantidad de misiones secundarias, que facilitan la comprensión de la ciudad, de los hechos y de los personajes, además de ayudar en la adquisición de experiencia y equipamiento. Y, evidentemente, las misiones principales avanzan en la trama central.

Durante el combate, se podrá realizar un ataque básico o usar habilidades activadas o mantenidas.
El combate básico se puede ajustar en las opciones del juego para que sea automático o manual, requiriendo este último modo una pulsación del botón de ataque por cada golpe que se quiera dar.

En un juego con peso conversacional, los diálogos son importantes, tanto para ganar amistad o rivalidad con los personajes que acompañan a Hawke como para decidir en los acontecimientos. En la mayoría de conversaciones, aparecerán opciones de diálogo y se podrá escoger qué tipo de respuesta se quiere dar, con un icono que indica si es una contestación vulgar, amable, provocativa… con una más que evidente aproximación al estilo de Mass Effect y su rueda, también visible en los menús.

A medida que avanza el juego, los enemigos derrotados, las misiones cumplidas y los contenedores repartidos por el mapa proporcionan objetos para equipar a los personajes o venderlos en las tiendas.

Y esta es la mecánica básica del juego: clases, niveles, misiones, combates, diálogos y objetos.

Aunque es la segunda parte de una franquicia no es en absoluto necesario haber completado la primera parte, aunque se puede importar la partida guardada y es recomendable haberlo jugado, ya que se hace bastante referencia a hechos o personajes de Origins e incluso Awakening. Además, Dragon Age tiene una mitología y una historia muy rica y elaborada, con lo que cuanto más se sepa, mejor se entiende.

Pero si se ha jugado al anterior se podrán apreciar los cambios a mejor y a peor que ha experimentado.

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