Viajando entre dos mundos.
En Dragon Quest VI: Los reinos oníricos, viajaremos entre dos mundos, el real y el de los sueños. La historia comienza con algo que al principio no se sabe si está sucediendo, es un sueño o una visión de algo por pasar, y por ese toque de misterio y esa sensación de incertidumbre, se nos va haciendo más acogedora y llamativa la historia que poco a poco va contándose a la par que otras historietas sueltas ligadas de algún modo con la principal, pero indivuales por completo, enriquecen el argumento y satisfacen así al jugador dispuesto a dejarse llevar por el onirismo que desprende este título.
Al igual que en el resto de títulos de la saga comenzaremos en un pueblo con una pequeña misión sencilla introductoria, para poco a poco ir viajando por todo el mundo. Solo que esta vez hay la salvedad de que contaremos con dos mundos, con muchos más emplazamientos y con paralelismos muy divertidos entre el real y de los sueños. Además, llegará un momento en que podremos saltar de un lado a otro con total libertad según nuestras necesidades o apetencias, ya que también en los diferentes lugares visitados, en muchas ocasiones habrá secuencias nuevas, misiones por hacer que antes no estaban o incluso habrá objetos mejores que comprar para ir bien equipados.
La Abadía Vocationis será uno de los emplazamientos que con más frecuencia nos tenga entre sus cuatro paredes y es que si queremos ser unos auténticos héroes de provecho, intentaremos aprender cuantos más oficios mejor para nuestros personajes del grupo, ya que gracias a eso se nos irán acumulando diferentes habilidades y hechizos en nuestro haber y, aparte, combinando varios de estos oficios desbloquearemos otros mejores, siendo muy estrictos en el caso de obtener en el héroe con todo aquel personaje que no sea el que está destinado a serlo, pero pudiéndolo lograr con algo de tesón en cuanto a esta misión tan fructífera y útil para allarnarnos el camino y hacernos sentir orgullosos de los progresos tras conseguir personajes equilibrados y fuertes.
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