Tradicionalmente los RPG japoneses tienden a ser cerrados, con un guión determinado que conduzca la historia y gracias a esto unos guiones muy sólidos, a pesar de que en muchos de ellos tenemos varias rutas y finales que conseguir. Con Dragon’s Dogma, Capcom ha querido huir de este cliché llevando la acción, en la que ellos son maestros, a un RPG de mundo abierto que tiene como única barrera el mar.
En los últimos años estamos viendo cómo aparecen grandes RPGs de corte fantástico y Dragon’s Dogma ha llegado para aportar su granito de arena en lo que ser refiere a jugabilidad y acción.
El retorno del Dragón.
En el mundo de Dragon’s Dogma los dragones y los humanos están en una lucha continua en la que cada cierto tiempo aparece un poderoso dragón y a su vez un hombre elegido para enfrentarse a él y evitar la destrucción del mundo medieval en el que vive. Nosotros encarnaremos a ese elegido, el Arisen, aquel que vendrá para desafiar y derrotar a la maligna sierpe. Sin embargo nos encontraremos con que esta leyenda no está nada clara y es el propio dragón el que nos pide que nos reunamos con él para recuperar el corazón que nos ha usurpado.
Para este viaje en busca de respuestas estaremos acompañados por los peones, unos seres de aspecto humano pero que carecen de alma y por lo tanto de determinación para tomar cualquier decisión llegando a convertirse en auténticos autómatas y que llegan al mundo desde una falla dimensional. Gracias a esto podremos interactuar con otros jugadores de otros mundos al utilizar los peones que ellos han creado. En nuestro viaje nos podrán seguir hasta tres peones, uno de ellos será el que nosotros creemos y cuyo personaje evolucionará a nuestro ritmo a medida que avancemos en el juego. Gracias al sistema de peones podremos hacer un equipo equilibrado que nos ayude a superar las misiones e incluso nos dé consejos sobre qué hacer en determinados momentos dependiendo de la sabiduría del peón.
Tras conocer al primero de los peones -que además tendrá una misión para nosotros- nos embarcaremos en un viaje donde la palabra más adecuada sería libertad. Podremos movernos por todas las tierras de Gransys e iremos conociendo poco a poco a sus habitantes que podrán encargarnos misiones. También conoceremos la capital: Gran Soren. La única ciudad del juego que terminará siendo nuestra base de operaciones y donde encontraremos más misiones que hacer. Además el sistema tan abierto de Dragon’s Dogma nos permitirá cruzar la ciudad por sus tejados llegando a sitios inaccesibles de otro modo y que esconden secretos interesantes.
Dale forma al Arisen y su fiel compañero
Uno de los principales puntos fuertes del juego es el nivel de personalización que tiene a la hora de crear tanto al personaje principal como a su peón. Es cierto que solo podremos ser humanos, quedan fuera del juego otras razas o especies habituales en los RPG de corte fantástico. Sin embargo podremos elegir entre un montón de variables para hacer que nuestro personaje esté lo más cercano a nuestros gustos. Además si por un casual queremos cambiar de aspecto a lo largo del juego, tenemos a nuestra disposición la peluquería de Gran Soren donde podremos cambiar a nuestro personaje por completo.
El siguiente nivel de personalización es el de elegir la vocación de nuestro personaje entre las nueve disponibles. En un principio podremos elegir entre las tres principales y más adelante, pagando la correspondiente tarifa en puntos de vocación, podremos cambiar a cualquier otra en la posada de Gran Soren. Al ir completando misiones y venciendo en combates conseguiremos los puntos de vocación que podremos invertir en aprender nuevas habilidades correspondientes a la vocación que hayamos elegido, estas habilidades estarán disponibles a medida que subamos de rango en la vocación, algo que conseguiremos al ganar experiencia. Al cambiar de vocación solo podremos utilizar en combate las habilidades que hayamos aprendido compatibles con esa vocación y en ningún momento podremos crear un personaje que sea capaz de utilizar todos las habilidades.
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