(Análisis) Kingdom Hearts 3D [Dream Drop Distance]

Estamos en el décimo aniversario de la saga Kingdom Hearts, ésa en la que tenemos ya varios títulos con jugabilidad diferente para diversos sistemas de entretenimiento con una cronología de lo más peculiar, siendo importantes todos los juegos -aunque unos tengan más chicha que otros en argumento- y en los que tenemos una guerra entre luz y oscuridad en dos bandos muy bien diferenciados.

Puede que la clave del éxito radicara en su momento (con el primero) en mezclar personajes de Final Fantasy con mundos de películas de Disney, pero claramente el que la saga haya continuado vendiendo y haciéndose con los corazones de la gente se debe, sobre todo, a la historia original que se nos cuenta y que lo demás pasa ya a un segundo plano, lleno de encanto, pero secundario.

Después de haber tenido tres juegos en los que el protagonista era Sora (en Kingdom Hearts, Kingdom Hearts: Chain of Memories y Kingdom Hearts II), dejarle de lado por tres títulos más (Kingdom Hearts 365/2days, Kingdom Hearts: Birth by Sleep y Kingdom Hearts: Re Coded), nuestro adolescente portador de la llave-espada que podría ser el elegido que todos esperan, vuelve en Kingdom Hearts 3D [Dream Drop Distance], pero no lo hace solo, sino que estará acompañado -aunque por caminos diferentes enlazados- con Riku, su mejor amigo y también un chico que sucumbió en su momento a la oscuridad, siendo una de las piezas fundamentales en este tablero.

Partiendo nuevamente de las Islas del Destino.

La historia de este séptimo juego de la saga, que también es el que más avanzado en el tiempo está, allanando camino para lo que está por venir en KH3 (que todo apunta a que será el final de la travesía) comienza con Yen Sid, el maestro de maestros actualmente, un personaje que cobró una fuerza impresionante después de birth by sleep ya que a cada juego que se nos iban presentando escenarios y personajes, nos dábamos cada vez más cuenta de lo compleja que es la historia y de que hay muchos cabos sueltos y otras tantas cuerdas con varios nudos, siendo todos ellos importantes para que todo quede lo suficientemente bien atado como para poder continuar desde ahí, abriendo nuevos caminos con partes deshilachadas o prolongaciones del cordel.

Yen Sid (Disney leído al revés), maestro de Mickey Mouse en las películas de Fantasía, les propone un desafío a Riku y Sora para que se preparen ante lo que está por venir y lo que quiere hacer es que viajen por siete mundos dormidos y hagan una prueba de valor, pero no deben entregarle una cola de rata como los héroes a Bahamut en el primer Final Fantasy, sino que deben simplemente arreglar las anomalías, cada uno por su lado, mientras que interactúan entre sí tirando de sus instintos o de lo que vendría a ser dejando entrar la luz en ellos y desechando toda oscuridad para no terminar como un Darth Vader más, pero fuera de obra, ya que KH poco -o nada- tiene que ver, en realidad, con las películas de George Lucas.

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