(Análisis) Mindjack

Esclavitud cerebral

El concepto de este juego, si llegamos a valorarlo intrínsecamente independientemente de los fallos a nivel jugable que hemos visto con anterioridad, tiene una base con mucho potencial. Y no os mentimos, pues dentro de este género las ideas no es que precisamente converjan y fluyan constantemente, todo lo contrario, escasean con una terrible frecuencia.

Mindjack inspira un soplo de aire fresco que recoge su propia trama, la idea de controlar cuerpos y mentes a través de ondas cerebrales, esto es, mindhack puro y duro. El joven militar de operaciones especiales Jim podrá trabajar via redes neuronales durante las incursiones hostiles que se llevan a cabo en zonas públicas, con lo cúal muchos civiles se verán involuntariamente sometidos en los tiroteos, y desde Jim poder cazar sus mentes para que trabajen por nosotros, y también que sirvan de protección y sacrificio para Jim, cruda realidad. Pero esto no imposibilita al devorador de mentes poseer también a sus propios enemigos, y es que cuando estemos a punto de liquidar a un soldado o artefacto tecnológico, éste se arrodillará y si no lo llegamos a aniquilar podremos esclavizarlo para que confunda a sus amigos como enemigos.

A la vez, los confundidos entrarán dentro de nuestra red de objetivos posibles de sumisión, pudiendo moverse en el cuerpo de un soldado, un cañon móvil u otro tipo de seres, cada uno con su habilidad para las armas específica. Pero se trata de un arma de doble filo, y es que si decidimos mover personalmente a otro sujeto y no volvemos, nuestro personaje principal pasará a moverse por su IA como nuestro acompañante, y si ambos son derrotados y no llegamos a asistirlos para curarles, veremos un claro «Perdedor» en la pantalla. Pues, cabe la estrategia y el frenetismo, obligándonos a actuar rápidamente sin olvidar que debemos regresar a nuestro cuerpo si la situación peligra.

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