(Análisis) Neverdead

«Me llamo Connor MacCloud… y soy inmortal.» Chistopher Lambert en «Los Inmortales»

Neverdead es un juego.
Posiblemente esta sea la afirmación más positiva que hagamos del mismo durante este análisis. Si hay que describirlo brevemente, podríamos decir que es un producto a medio camino entre un mal juego y una patada en los pendientes reales.

Para aquellos afortunados que no lo conozcan (de verdad, no nos odiéis por esto) decir que Neverdead es un juego que se centra en la premisa de que nuestro protagonista es inmortal. Si hacemos memoria, veremos que no es la primera vez que se explota esta temática en los videojuegos. Desde los Wario Land de Nintendo hasta Planescape: Torment de Black Isle Studios. Sin embargo estos antecedentes no aseguran un éxito en el juego que nos ocupa. Y no porque tenga mal planteamiento. Al revés, el juego tiene una base, una idea, o un concepto muy bueno. Lo que mata a Neverdead es lo chapuceramente que han desarrollado el conjunto.

Vayamos por partes, como diría nuestro queridísimo amigo Jack el Destripador (al que mandamos nuestros más cordiales saludos desde esta humilde redacción).

 

Vamos, Bryce. Es hora de impresionar a la chati.

 

 Gráficos

El apartado gráfico es discordante. El modelado de los personajes principales es correcto, contando con unas buenas animaciones. Incluso Arcadia Maximille es aceptablemente sexy, con unos más que remarcables y dignos atributos. Los jefes de final de fase también cumplen. Se desmarcan del resto de enemigos mostrando características y rutinas propias que nos obligarán a analizar detenidamente sus movimientos si no queremos morder el polvo, al tiempo que nos recuerdan lejanamente a los malos de Spawn (tanto el cómic como la cosa esa que hicieron para el cine), quedando patente con ello que gran parte del diseño de personajes ha corrido al cargo de Tod McFarlane.

Sin embargo… (agarraos los machos que allá va la bomba) los enemigos comunes y corrientes, esos que matamos a cientos durante el transcurso de las fases, son monótonos y repetitivos. Su concepto es semejante al de un Mr. Potato al que le cambiamos mínimamente la cara poniéndole pinchos, colmillos y espadas en lugar del bigote. Y como mucho tentáculos en lugar de piernas.

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