[Análisis] Tears to Tiara II: Heir of the Overlord

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Los SRPGs o RPGs de estrategia son un género que siempre ha disfrutado de un nicho de aficionados limitado pero muy fiel en consola, especialmente con títulos provenientes de Japón. Final Fantasy Tactics y Tactics Ogre: Let Us Cling Together abrieron muchas puertas, mientras que NIS provocó un boom de popularidad gracias a sus juegos, con Disgaea a la cabeza. Ahora, en PS3, nos llega un nuevo representante del género.

Tears to Tiara II: Heir of the Overlord es la secuela del título lanzado en 2005 para PC y posteriormente llevado a PS3 y PSP, desarrollado por Leaf y Aquaplus, compañías especializadas en novelas visuales como To Heart, White Album, Comic Party o Utawarerumono; pero que también han explorado otros campos como el RPG gracias al spin-off To Heart 2: Dungeon Travelers o la lucha en Aquapazza: Aquaplus Dream Match, que recogía muchos personajes de sus obras más conocidas.

La historia se sitúa en Hispania, una provincia gobernada con crueldad por el Imperio Divino y cuyos habitantes han sido esclavizados, humillados y desprovistos de sus creencias religiosas. Hamil, descendiente del Clan Barca, antiguos regentes del país, es visto como un símbolo para la resistencia y líder para una posible rebelión pero no parece estar interesado en ello y se somete incondicionalmente al ejército ocupador. Sin embargo, todo cambiará cuando aparezca Tarte, una joven que se autoproclama diosa de los hispanos y que pretende un levantamiento armado contra el malvado imperio.

tearstotiaraII2Desde los primeros compases se nota la experiencia de Leaf y Aquaplus en el terreno de las novelas visuales, tanto para bien como para mal. Aunque el argumento no se sale de las fórmulas ya conocidas de la fantasía medieval tan característica del JRPG, el texto y los diálogos son más refinados que en otros títulos del género, ofreciendo descripciones, frases, metáforas y giros más elaborados y menos estereotipados de lo que estamos acostumbrados, manejando con excelencia la narración y la presentación de datos, personajes, eventos, políticas, religión y mitología que dan forma al mundo donde se desarrolla la historia, incluso permitiéndose pasajes más crudos y turbadores de lo habitual. A esto se une la fuerte inspiración histórica de los diferentes elementos que la conforman, ambientando los acontecimientos en una Europa Occidental ficticia muy similar a aquella gobernada por el Imperio Romano. No sólo se mantienen ciertos nombres como Hispania, Tartesos o la familia Barca de origen cartaginés, sino que se recrea mucho en la simbología y el diseño artístico de la época. Esto consigue dotarle de cierta personalidad a todo el conjunto a nivel visual y de guión.

Sin embargo, la dedicación al aspecto argumental del juego acaba lastrando la parte jugable en algunos momentos, ofreciendo un porcentaje mucho mayor de texto que de batallas y provocando un ritmo plomizo para los que quieren poner en práctica sus dotes de estratega. Esto es especialmente visible en las primeras horas del juego, donde los combates apenas ocuparán un 10% de nuestro tiempo, aunque posteriormente se equilibrará algo más pero siempre dando prioridad a la narración que a la jugabilidad, pudiendo pasar hasta una hora hasta nuestra próxima pelea. Además, en términos generales y por refinada que esté su presentación y escritura, la historia no deja de ser la típica de amor, amistad, rivalidad, conspiración, traición y lucha contra un imperio malvado que todos conocemos. De esta manera, Tears to Tiara II acaba dando la sensación de que es una novela visual disfrazada de SRPG.

En el apartado gráfico, el juego tampoco se sale de la senda marcada por el género. Por un lado tenemos las ilustraciones y retratos de personajes que representan buena parte de los diálogos y escenas, agradables a la vista y con algunos diseños loables, especialmente aquellos que retienen el tono mediterráneo de toda la parafernalia visual, con colores blancos, azules y marrones que evocan el cielo, el mar y la tierra. Por otro lado están los modelos poligonales que se alejan de sus representaciones 2D para abrazar el aspecto super-deformed o chibi, es decir, personajes cabezones de aspecto cómico que contrastan notoriamente con las ilustraciones y el tono serio que en ocasiones toma la trama. Sin embargo, cumplen su misión como piezas del tablero en las batallas del juego aunque apenas muestren expresividad y sean muy rígidos para las escenas recreadas con el motor gráfico del juego. Lo mismo se puede aplicar para los escenarios, animaciones, texturas y efectos visuales, logrando en ocasiones pantallas vistosas gracias a la paleta de colores o la iluminación pero que son muy modestos en su mayoría, como los hechizos, ataques o las sombras. Tampoco hay una gran variedad de enemigos, por lo que los gráficos son básicamente funcionales, una mera representación de las escenas y las batallas pero que dejan el primer plano completamente al texto y la jugabilidad.tearstotiaraII3

En lo que respecta al sonido, la banda sonora ambienta de forma apropiada la historia y los combates, sabiendo dar el tono correcto a cada momento e incluso ofreciendo algunos temas de gran belleza que elevan la calidad de la música por encima de la media. Mientras que los efectos son correctos sin más, el doblaje en japonés tiene un gran nivel, captando en todo momento la gravedad o ligereza de los diálogos y acontecimientos, siendo factor indispensable para sumergirnos en la historia que nos están contando, especialmente en lo que se refiere a los protagonistas Hamil y Tarte, verdaderos motores de la aventura y que disfrutan de actores a su altura. Después de todo, la autoproclamada diosa está interpretada por Rie Kugimiya, la conocida como “reina tsundere” gracias a sus intervenciones como protagonista en animes como Zero no Tsukaima, Toradora! o Shakugan no Shana.

Más allá de su faceta de novela visual, Tears to Tiara II es un SRPG que se ciñe a las normas más básicas del género. Así, una vez avance la historia a través de las escenas, nos veremos envueltos en sucesivas batallas contra los enemigos en la ya clásica retícula cuadriculada que divide el escenario cual tablero de ajedrez. Cada combate tiene un objetivo básico a cumplir y otro a evitar para poder superar la fase (normalmente, acabar con todos los adversarios, defender a un NPC o aguantar vivos durante un número determinado de turnos) y uno o varios secundarios para conseguir bonificaciones. Tras elegir a los personajes que queremos que formen nuestro grupo, siempre suministrados por el argumento pues no podremos crear unidades propias, nos sumergimos en la dinámica de turnos habitual de los SRPGs.

Cada personaje tiene sus habilidades y características propias, a saber: protagonistas equilibrados en ataque y defensa, unidades de larga distancia como arqueros y robots, un tanque ofensivo con lanza, una encantadora de animales que puede conseguir que algunas bestias se pongan de nuestra parte en combate y que además es experta en sanación y apoyo, un par de magos ofensivos, una salvaje rápida y ágil, etc. Además, en nuestro equipo también está presente un elefante que no sólo ataca y defiende, sino que arrastra un carro que podemos utilizar para poner nuevas unidades en pantalla y sustituir a las derrotadas, por lo que es importante protegerlo si queremos tener un mayor margen de maniobra en combate. Podemos mejorar cada personaje sumando puntos de experiencia para aumentar su nivel y equipando habilidades que podremos potenciar con sus puntos correspondientes obtenidos al derrotar a los enemigos, además de comprar o adquirir nuevas piezas de equipamiento.

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Una vez metidos en faena, las peleas se desarrollan por turnos alternativos para nuestro grupo y los enemigos. Tenemos que estar atentos a varios factores. En primer lugar, al elegir un líder para nuestro grupo obtenemos un beneficio según el personaje escogido, ya sea curar las unidades que estén a su alrededor, potenciar los parámetros ofensivos o defensivos o mejorar ciertas estadísticas. A continuación, como no podía ser de otro modo, cada adversario tiene características propias a tener en cuenta, ya sea su tipo de ataque o el rango de movimiento que tenga en el tablero. De la misma forma, cada unidad tiene una afinidad elemental que es fuerte o débil con respecto a las demás, esquema que podremos comprobar en una rueda situada en la esquina inferior derecha de la pantalla, siendo una versión evolucionada del ya clásico sistema de piedra-papel-tijera, eso sí, dando prioridad a algunos emparejamientos según el turno en el que nos encontremos. Por otro lado, también tendrá importancia por dónde atacamos a nuestros enemigos, infligiendo más daño y consiguiendo mayor porcentaje de acierto si lo hacemos por los lados o la parte trasera, lo que también nos lleva a situar de forma apropiada nuestros personajes después de utilizarlos para que los contrincantes no se aprovechen de este factor. Por último, tendremos a nuestra disposición una barra que se irá llenando según ataquemos o recibamos daño y que nos permitirá enlazar ataques básicos uno detrás de otro si pulsamos un botón en el momento justo.

La dinámica de los combates es sólida y conservadora, muy familiar para los veteranos del género y que no corre riesgos en su jugabilidad. Las batallas están equilibradas de forma que resulten desafiantes sin resultar ni excesivamente difíciles ni fáciles, beneficiándose de la posibilidad de rebobinar la lucha hasta algún turno anterior y así enmendar errores o probar otras tácticas, aunque el juego ya nos advierte que si hacemos exactamente lo mismo que antes, el resultado es el mismo, por lo que no podremos abusar de este sistema para conseguir realizar ese ataque que hemos fallado en un momento vital. Eso, sumado a que podemos guardar la partida casi en cualquier momento, ayuda a que los menos hábiles en los SRPGs nunca se frustren y estén motivados a intentar una y otra vez esa fase que tanto les cuesta sin tener que repetirla entera una y otra vez. La guinda lo pone la posibilidad de eliminar todas las transiciones de ataque y movimiento pulsando un botón, por lo que el ritmo de las batallas es rápido y nunca pesado.

Sin embargo, esa falta de riesgos acaba por lastrar Tears to Tiara II ya que, a pesar de sus facilidades para los novatos y un sistema sólido de combate, le falta originalidad y cae en muchos momentos en lo genérico, sin ofrecer nada nuevo ni característico que pueda llamar la atención, lo que es peligroso en un género que,tearstotiaraII5 si bien no es muy amplio en lanzamientos occidentales, puede quedarse estancado fácilmente. Hay otros títulos con una jugabilidad más compleja y rica que motivan a seguir jugando con ellos debido a sus numerosas variantes y alternativas pero, en este caso, el juego puede llevar al hastío al tener que enfrentarnos al mismo tipo de misión una y otra vez con la simple diferencia de que los enemigos van teniendo mejores estadísticas. De esta manera, si no se conecta con la historia que nos cuenta, se puede llegar a sentir cierto aburrimiento y falta de motivación.

Fuera de la lucha, y más allá de seguir disfrutando de la narración lineal de la historia, podemos repetir algunos combates en el mapamundi, comprar objetos en el mercado, adquirir armas y demás equipamiento en la tienda y confeccionar nuevos usando los que ya tengamos para fusionarlos con materiales que obtengamos en las batallas. El juego es largo, requiriendo unas 80 horas para ser completado, y presenta una dificultad bien equilibrada, por lo que ofrece una gran duración para todo aquél que acabe atrapado por su historia y mecánica.

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Conclusiones:

Tears to Tiara II: Heir of the Overlord es un SRPG sólido en todas sus facetas, con un apartado audiovisual correcto y funcional, una historia bien narrada y escrita a pesar de ser típica, un sistema de combate equilibrado que nunca frustra y una larga duración. Sin embargo, es demasiado conservador y genérico, con un ritmo pausado debido a la gran cantidad de texto y escenas que ofrece, acercándolo más a una novela visual que a un juego interactivo. Aún así, sigue siendo un título a tener en cuenta por los aficionados al género y un buen punto de entrada para los novatos gracias a las facilidades que da.

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