[Análisis] Trillion: God of Destruction

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Pocos videojuegos hacen tanto honor a su título como Trillion: God of Destruction. Nada de increíbles aventuras por todo el mundo explorando mazmorras y ciudades, aquí únicamente tenemos que luchar contra un dios de la destrucción… que tiene un trillón (o un billón, según escala europea) de puntos de vida. Esto va para largo.

El juego, disponible para Steam y PS Vita, está desarrollado por Compile Heart e Idea Factory, responsables de franquicias como Neptunia o Agarest. Muchos de los miembros del equipo participaron en varios títulos de Nippon Ichi, especialmente Disgaea y otros SRPGs de la compañía. Es el caso del director Masahiro Yamamoto (Disgaea 4, Metal Gear Solid Portable Ops) o el compositor Tenpei Sato (todos los Disgaea, Phantom Brave, The Witch and the Hundred Knight y muchos más), a los que acompaña Kei Nanameda, ilustrador y diseñador de personajes de Mugen Souls.

La historia está situada en el Underworld, donde criaturas demoníacas y Overlords viven pacíficamente bajo el mando de Zeabolos, el Great Overlod. ¿Os suena? Aunque no sea el mismo mundo, los aficionados de Disgaea se sentirán como en casa. El caso es que a ese lugar llega una terrible criatura llamada Trillion que amenaza con devorar toda la existencia. Zeabolos intenta plantarle cara pero muere en el proceso. Es en ese momento cuando aparece Faust, una misteriosa científica que le revive a cambio de que le entregue su alma cuando derrote al monstruo. Así comienza la cuenta atrás para acabar con Trillion antes de que acabe con todo, en el que cada Overlord intentará llevarlo a cabo.

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Y de eso trata el juego, de un solo combate contra un jefe final con un billón de puntos de vida. Para ello, tenemos a nuestra disposición seis Overlords con sus distintas personalidades y puntos fuertes a las que debemos preparar a través de diferentes acciones durante un tiempo limitado. Para ello hay que cuidar especialmente dos apartados. Con el Entrenamiento ganamos puntos de experiencia en cinco apartados diferentes que luego sirven para aumentar las estadísticas del personaje o desbloquear habilidades activas y pasivas, cuyo dominio y combinación en el campo de batalla es fundamental para tener éxito. Por otro lado, interactuar con la Overlord correspondiente y hacerle regalos que le gusten aumentarán nuestros puntos de afecto, que sirven como sustituto de los de vida y magia… y como auténtica fuente de poder y aguante en combate.

También podemos mandar a la Overlord a una mazmorra aleatoria para ganar experiencia y encontrar objetos, usar una tienda donde comprar equipamiento o una herrería donde aumentar el poder del arma e incorporar sellos con beneficios, y luchar contra una simulación de Trillion para practicar. Todo se convierte en una gestión para mejorar al máximo nuestra candidata en un tiempo límite y vigilando sus niveles de fatiga mientras se desarrolla la historia y aparecen eventos aleatorios que nos otorgan recompensas o penalizaciones según lo que hagamos. Una vez llega la cuenta atrás, toca enfrentarnos a Trillion.

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Cada combate está presentado como un duelo a muerte en un pequeño escenario situado en una cuadrícula en la que se mueven por turnos tanto nuestro personaje como el inmenso enemigo. Trillion realizará ataques y movimientos continuos cuyo alcance es señalado por un sistema de colores en las casillas, cambiando según se aproxime su ejecución. De esta manera, la pelea se asemeja a una partida de ajedrez donde es indispensable colocarse en el sitio justo para evitar daño mientras aprovechamos las casillas seguras para atacar. Podemos utilizar lacayos para entretener al enemigo, apuntar a diferentes partes del cuerpo de Trillion, romper su armadura… Hay diferentes opciones y cada combate da realmente la sensación de que nos encontramos en una situación a vida o muerte. De hecho, la muerte de una o varias Overlords es inevitable y, en su último aliento, realizarán un movimiento especial a elegir con diferentes efectos: sellar una parte del cuerpo de Trillion, un ataque devastador, ampliar el tiempo de entrenamiento…

Esta mezcla de gestión y batalla es original y arriesgada, diferenciándose de los típicos RPGs de Compile Heart, Idea Factory y Nippon Ichi. Sin embargo, más pronto que tarde, la jugabilidad se vuelve muy repetitiva ya que casi nada cambia de una Overlord a otra excepto la historia y las tres formas de Trillion. A pesar de que cada una de ellas tenga unos parámetros diferentes de salida, pueden configurarse de la manera que queramos, sin tener que cambiar nuestro estilo de juego. Todo parece indicar que la mejor forma de no cansarse pronto del sistema es jugar partidas cortas, algo comprensible ya que debutó en una consola portátil como la PS Vita. Al final, cada ciclo (periodo de 10 días en los que se divide el reloj del juego) se hace muuuuuy largo.

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Al principio es difícil captar a la perfección todos los elementos del juego, ya sea por unos tutoriales algo deficientes o porque obliga a realizar un ensayo y error para saber sacar partido de todas las posibilidades. De hecho, Trillion está enfocado a pasárselo varias veces y no es nada raro que consigamos un Game Over en nuestra primera partida pero la naturaleza repetitiva de la jugabilidad y el azar de muchas de las escenas y recompensas no animan a seguir jugándolo. Además, algunas habilidades son prácticamente inútiles mientras otras son capaces casi de romper el juego, por lo que la dificultad no está muy bien equilibrada. Si encontramos una combinación de habilidades activas y pasivas eficientes (y hay al menos una que es poderosísima), destrozaremos a Trillion casi con nuestra primera Overlord, mientras que si no lo hacemos, nos pegarán una paliza tras otra y nos frustraremos rápido. Es cierto que investigar y probar ofrecen una gran recompensa si se hacen bien pero no existe un punto intermedio.

En un primer momento, el argumento y la ambientación recuerdan mucho a los Disgaea, con un toque humorístico bastante pronunciado. Sin embargo, Trillion sorprende dando mucha importancia a un tema central en el juego: la muerte. Cada personaje está retratado de tal forma que nos acaban cayendo mínimamente bien, con su trasfondo, personalidad definida y relación con los demás, especialmente Zeabolos. Esto provoca que mandarlas a una muerte casi segura nos llene de congoja y tengamos la necesidad de triunfar en batalla para no perderlas para siempre.

Pero que tus Overlords mueran es parte del juego y no se toma de forma baladí. Los últimos momentos de cada una de ellas son sobrecogedores y dramáticos, haciendo mella en los supervivientes, que posteriormente recordarán a las caídas o visitarán sus tumbas. Este asunto se agrava en casos como Perpell, que es una niña alegre que sólo quiere comer dulces y adora a su tío, o Ruche, su hermana mayor que se presenta al combate después de que ésta y su padre mueran. No llega a extremos como Nier o Spec Ops: The Line, obviamente, pero Trillion se las apaña para que nos importen los personajes y tenga un sabor mucho más amargo de lo que parece en principio, lo que también se agradece pues se diferencia de títulos similares.

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Los gráficos son muy sencillos, más cuando la mayor parte del tiempo nos lo pasamos en menús y escenas de historia al estilo de un SRPG. Los diseños de Nanameda son mucho mejores que en Mugen Souls, algo que hace que las ilustraciones luzcan mucho. En cuanto al combate, todo es muy simple, con personajes de estilo anime con muy pocas animaciones y escenarios vacíos. Nada destaca ni tiene intención de ello.

La banda sonora mantiene el estilo de las composiciones de los Disgaea, con algunas melodías que parece calcadas tal cual de las entregas para PS2 y PS3, con la suficiente versatilidad entre las escenas alegres y las tristes. En el reparto de actores de voz no encontramos tantas estrellas como en otros títulos de Idea Factory y Compile Heart, aunque sí tenemos a una habitual como es Asami Imai (Kurisu en Steins;Gate, Noire en los Neptunia, Ikaruga en los Senran Kagura), a la que acompañan Yoko Hikasa (Kyoko en Danganronpa, Mio en K-ON!, Ryobi en los Senran Kagura) como Faust, Ayane Sakura (Mika en Psycho-Pass, Tsubaki en Your Lie in April) como Ruche o Ari Ozawa (Papi en Monster Musume, Chiyo en Gekkan Shoujo Nozaki-kun) como Elma.

La duración y dificultad del juego varían mucho debido a todas las alternativas que hemos citado antes. Si uno es hábil y lee rápido, puede terminar el juego en menos de 20 horas, mientras que otros pueden llegar a las 60 con combates que se alargan mucho. Sin embargo, para conseguir el final verdadero, que requiere la muerte de todos los personajes jugables para desbloquear todos los capítulos, puede irse fácilmente a las 40 horas.

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Conclusiones:

Trillion: God of Destruction intenta traer nuevas ideas combinando el RPG con la gestión de personajes. Esta intención es admirable, más cuando desarrolla unos personajes con los que empatizar y tiene un componente dramático sobre la muerte poco habitual en títulos parecidos. Sin embargo, acaba siendo muy repetitivo debido a la simplicidad de su jugabilidad, el azar de de los eventos y el discreto apartado gráfico.

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