He de reconocer, que en mi primera partida no tenía ni idea de qué tenía que hacer porque no me dio ni por leer las instrucciones de juego, a pesar de estar en perfecto castellano gracias a José M. Íñiguez que echó una mano a Daisuke Amaya (Píxel) con la traducción -y dicho sea de paso, Tyrone Rodríguez hizo lo mismo para ponerlo en inglés-. Y claro, ¿qué pasa cuando uno va a lo loco? Pues ya os podéis imaginar lo que le pasó a una pobre foca sin comerlo ni beberlo. Hay que tener unos reflejos tremendos porque en cuanto empieza a caer cada llavero, tenemos que ser como Billy el niño, pero es que además en la tercera ronda es una exageración a la velocidad que puede caer eso como para sacar muchos puntos en ella.
Por todo eso, entre otras cosas, Azarashi pica bastante, sobre todo retando a otro para ver quién saca más puntos, que es lo que he estado haciendo yo con mi marido en casa, que ahora mismo está farfullando «esto no acabará así, te ganaré aunque sea lo último que haga».
Lo más entretenido es que además se nos van otorgando trofeillos a modo de galardón, según cómo lo hagamos y que incluso se nos desbloquean llaveros nuevos, para no estar siempre con focas con corbata roja, sino tenerlas también con gafas o que sean negras y hasta pudiendo detener gatos.
Si tienes un iPhone o un iPod Touch y no te bajas Azarashi, por mucho que fardes de tener aplicaciones o juegos impresionantes, te faltará ese algo especial de verdad con lo que demuestres que molas. Si quieres ligar, seguro que con las foquitas lo tienes más fácil, así que tú verás lo que haces, yo solo digo que igual podías acabar con tu eterna soltería.