Construyendo mundos vivos

Ya alejándonos de Rockstar, un buen ejemplo de un mundo vivo en el que nosotros somos un factor importante de influencia es inFamous, de Sucker Punch. La historia de Cole McGrath y sus recién adquiridos superpoderes eléctricos tienen como concepto situarnos en una ciudad (primero Empire City, luego New Marais) cuyo destino (y, por extensión, la del resto de EE.UU. y el mundo) reposa en nuestras manos. Tras establecer la base en la primera entrega, la segunda es la que nos ofrece un mundo donde disfrutaremos de lo lindo.

New Marais se encuentra dividida en zonas diferenciadas pero, a su vez, bien integradas entre sí, como el casco histórico, el barrio industrial, los pantanos o una porción inundada y llena de chabolas donde la gente sobrevive como puede. Y ahí es donde nos encontramos nosotros, una especie de dios entre mortales donde podemos hacer lo que queramos…bajo nuestra elección moral, eligiendo el lado del bien o del mal, ayudar a la gente y ser generosos o sembrar la destrucción y ser egoístas. La ciudad es nuestro patio de juegos y tenemos plena libertad para movernos en ella con nuestros poderes y talento para el parkour. Cualquier edificio que veamos podemos escalarlo, dotando de gran diversión recorrer toda la urbe.

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Obviamente, si la cosa acabase ahí, New Marais sería una gran ciudad pero vacía y sin alma, por lo que Sucker Punch introduce el elemento diferenciador: la gente. Y no me refiero a personas que viven allí, con nombre propio y su rutina como en Majora’s Mask. No, me refiero a la gente como masa, como beneficiaria o víctima de nuestras acciones, como reflejo de lo que nos estamos convirtiendo. Si les ayudamos, les protegemos de los peligros, desactivamos bombas, liberamos barrios y hacemos del sitio un lugar mejor; nos aclamarán por las calles, nos ayudarán, nos harán fotos, se convertirán en nuestros seguidores fieles. Por el contrario, si les masacramos, no nos preocupamos de su integridad física, si atacamos a los policías, si les robamos o echamos a los músicos callejeros; nos tirarán piedras, nos insultarán y nos pondrán las cosas difíciles. No hace falta mirar nuestro karma para saber qué camino hemos tomado, no tendremos más que observar a nuestro alrededor para saberlo.

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