Construyendo mundos vivos

Recuperando las sensaciones de ICO, a medida que vamos descubriendo el escenario se nos plantearán incógnitas sobre el pasado del lugar, sobre qué ocurrió allí y cómo era la vida cuando los humanos poblaban el lugar con la sensación de que el corazón del Reino se paró hace mucho tiempo para albergar la maldición de ese ente que guía nuestros pasos. Es entonces donde no sólo comprendemos nuestra soledad, sino también la de los gigantes que debemos aniquilar, criaturas que parecen resignadas a su fatal destino y a cumplir su misión durante toda la eternidad. Por si fuera poco, cada vez que acabemos con uno de ellos, un haz de luz se elevará hasta el cielo, de forma que sea visible desde cualquier punto del mundo, recordándonos los atroces actos que estamos cometiendo para alcanzar nuestro objetivo. En los últimos compases del juego, el Reino Prohibido será muy similar a un gran cementerio de tumbas de luz.

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