Los Olvidados – Alley Cat

La serie Los Olvidados pretende recordar, mediante artículos con un carácter muy personal, aquellos juegos que en su momento no fueron objeto del aplauso de la crítica y el público y sin embargo conservan, a pesar de los años, un atractivo singular que los hace, siempre en mi opinión, merecedores de nuestro respeto, reverencia y reconocimiento, a menudo por encima de grandes “vacas sagradas” que han soportado mucho peor el paso del tiempo.

Algunos no me creeréis, pero os prometo que intento no ser un nostálgico. No sé si de verdad hay alguien que crea que en esto de los videojuegos cualquier tiempo pasado fue mejor pero, de ser así, debería hacérselo mirar. Lo que sí que creo es que hay una forma de entender los videojuegos que se está perdiendo. Me refiero a esa concepción de los videojuegos como fantasía salvaje, casi pura, cercana a un “algo” que no sé si emparentar con el surrealismo, con el humor absurdo o con nuestras más alocadas e inconfesables imágenes oníricas. Hoy en día la mayor parte de los videojuegos crean mundos basados en referentes reales claros y con una lógica muy cercana a la del mundo real. A duras penas se ven en juegos más actuales absurdos tan puros y maravillosos como los que muestran Gonzzalezz o Pyjamarama, por poner un par de ejemplos.

Alley Cat es otro de esos videojuegos en los que genio y locura se dan la mano para demostrarnos que el absurdo es bello.

Los orígenes de un gato callejero

En 1983, Synapse Software asignó a uno de sus empleados, un tal Bill Williams, la tarea de terminar el proyecto que, por razones poco claras, algunos compañeros suyos dejaron inconcluso: un juego de ordenador protagonizado por un gato. El juego en cuestión fue desarrollado originalmente para la familia de ordenadores de 8 bits de Atari, a la que pertenecían los Atari 400 y Atari 800, predecesores del más célebre Atari ST. El público respondió de forma bastante positiva, lo que motivó que en 1984 el propio Bill Williams realizase una conversión del juego para los compatibles IBM que terminó haciéndose más popular que la original.

Lo que vino después ya es historia: Synapse Software fue adquirida en 1984 por Broderbund Software, propietaria original de las franquicias Prince of Persia, Budokan y Choplifter, y compañía que ahora está integrada en The Learning Company, una casa especializada en software educativo para niños.

Respecto al bueno de Bill Williams, tras realizar para Synapse algún juego más, como el también audaz Mind Walker para Amiga, abandonó la compañía y anduvo de acá para allá durante algunos años (Cinemaware, Mandarin Software, Sculptured Software) mientras se sacaba un máster en Teología. Sí, en serio. Bueno, el caso es que en esta época destacó por ser el responsable de juegos muy audaces e imaginativos, como Knights of the Cristallion, Pioneer Plague o el también muy valiente y surrealista, aunque en cierta medida fallido, The Simpsons: Bart’s Nightmare. Desgraciadamente, padecía fibrosis quística y su delicado estado de salud no le permitió hacer mucho más a partir de aquél último juego. Falleció en 1998, a causa precisamente de dicha enfermedad.

Pero bueno, ahora me toca contaros qué tiene de especial este juego para que lo recordemos aquí, ¿no? Pues comencemos.

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