Batman: Arkham Asylum fue una gratísima sorpresa cuando salió a la venta en 2009. No sólo se convertía sin lugar a dudas en el mejor videojuego de superhéroes hasta la fecha (y que actualmente sólo ha sido superado por su secuela Arkham City), sino que era toda una delicia a nivel global, con una larga lista de virtudes.
El primer paso para el éxito era la forma en la que conseguía situarnos inmediatamente en la piel del Caballero Oscuro. Éramos una especie de tanque andante, capaz de eliminar a nuestros enemigos (nunca mortalmente) tanto a puño limpio como sigilosamente, amparándonos en la oscuridad y deleitándonos comprobando cómo, a medida que les íbamos derrotando uno a uno, los demás caían presas del pánico. Pero también éramos el mejor detective del mundo, utilizando nuestra inteligencia, poder de deducción y artilugios para encontrar pistas donde parecía no haberlas e ir siempre un paso por delante de los malvados inquilinos del complejo.
El asilo de Arkham se convertía en un personaje más, con su arquitectura gótica, sus lúgubres pabellones y los sobrecogedores secretos que albergaba, ofreciendo un patio de juegos de lo más fascinante. Pero si hay algo que se encuentra a la altura del propio Batman es su carismática plantilla de supervillanos, siempre dispuestos a crear el caos y dominar la ciudad de Gotham desde las tinieblas.
Liderados por un genial Joker, en Arkham Asylum nos encontrábamos con una nutrida nómina de malvados con la peligrosamente infantil Harley Quinn, la seductora Hiedra Venenosa, el sanguinario Cocodrilo Asesino o el poderoso Bane, entre otros. Pero dos en concreto acabaron acaparando la atención de los jugadores, con permiso del Payaso Príncipe del Crimen, dos villanos que, curiosamente, apenas se mostraban en pantalla. Uno de ellos era Riddler, que nos acechaba con acertijos y al que nunca vimos en persona. El otro no era ni más ni menos que el doctor Jonathan Crane, más conocido como el Espantapájaros.
Este personaje siempre se ha caracterizado como la personificación del terror, gracias a su gas químico que despierta los temores más ocultos de sus víctimas. Al contrario que alguno de sus compañeros de crimen, Crane sólo puede confiar en su inteligencia y sus invenciones, siendo débil físicamente pero todo un coloso en lo referente a lo mental. Realmente le vemos muy poco en persona a lo largo del juego, pero su presencia arraigará en nuestro cerebro de forma brutal.
Su primera aparición no puede ser más terrorífica. Cuando visitamos la morgue del asilo, creyendo que el Comisario Gordon ha muerto, las compuertas de las cámaras empezarán a moverse solas, mientras voces fantasmagóricas nos señalan de forma amenazante que abandonemos el lugar. Si bien el juego mantiene un toque bastante tenebroso, es en este momento cuando acaba llegando al nivel de lo macabro. Es entonces cuando encontramos tres bolsas de plástico, en dos de las cuales se encuentran los cadáveres de nuestros padres y en la tercera aparece de repente el Espantapájaros.
Acaban de confirmar que va a salir en el nuevo batman arkham night y transcurre 1 año despues que batman arkham city asi que no murio cuando el cocodrilo se lo llevo a las alcantarillas