Mis villanos favoritos: The Boss (Metal Gear Solid 3: Snake Eater)

A través de EVA, que resulta ser una triple agente al servicio de China para recuperar el Legado de los Filósofos, el auténtico objetivo en el trasfondo de la misión, conocemos que The Boss nunca nos traicionó, ni a nosotros ni a EE.UU. Todo lo contrario, dio su vida por su misión, por su país, marcando un punto y final donde sus superiores no dudaron en manipularla según sus intereses, a pesar de lo cual, ella siempre siguió adelante, aún conociendo sus verdaderas intenciones, todo persiguiendo su sueño de un mundo unido.

Su deserción a la U.R.S.S. y su unión a las filas de Volgin no fue más que una misión organizada por los propios EE.UU. con el objetivo de hacerse con el Legado de los Filósofos. Sin embargo, ocurrió una cosa que nadie esperaba: el temible coronel lanzó un proyectil nuclear de fabricación estadounidense en suelo soviético, lo que provocó tomar una medida excepcional: The Boss debería cargar con la culpa del suceso para evitar una Tercera Guerra Mundial y morir para ello. Y ella lo aceptó. Porque era su misión. Porque quería proteger al mundo y evitar su destrucción.

Era consciente de lo que significaba. A pesar de su gran hazaña, de salvar a la humanidad de la guerra nuclear, sería conocida como un monstruo en los libros de Historia. El mundo nunca conocería la verdad. Los EE.UU. la recordarían como una traidora sin honor mientras que la U.R.S.S. la señalaría como culpable de una catástrofe nuclear. Se convertiría en una de las más deleznables criminales de guerra. Todos sus méritos serían destrozados y olvidados. Sólo quedaría como una de las manchas más oscuras de la historia. Pero no importaba. Era su misión. Era su deseo. Y no dudaría un momento en sacrificarse. No, no era una traidora ni una criminal.

Ella era una auténtica heroína. Ella era una verdadera patriota.

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El legado de The Boss ahora pervivirá en Big Boss. Así lo quiso ella y así comenzará la principal trama de la franquicia Metal Gear Solid, la creación de los Patriots para cumplir su sueño, el desencuentro entre Major Zero y nuestro protagonista y todos los acontecimientos que los seguidores de la saga ya conocen, reforzando aún más la visión de The Boss en Peace Walker. Ella acaba siendo el desencadenante de todas las desventuras y tragedias en las que se verán inmersos Big Boss, Solid Snake, Liquid Snake, Revolver Ocelot y demás personajes. Es la semilla de la que parte toda la saga.

El final de Metal Gear Solid 3: Snake Eater es recordado como uno de los mejores y más emocionantes de la historia de los videojuegos. No es para menos. La revelación final dota de una dimensión mucho más trágica a todos los acontecimientos que hemos vivido, dotan de una carga emocional potentísima a todo lo que hemos realizado, a la muerte de The Boss a nuestras propias manos, ese instante justo antes de apretar el gatillo para dar fin a su sufrimiento y, realmente, a su misión, en el que nosotros éramos un mero peón bajo las artimañas de nuestros superiores, que no dudan en traicionar y despedazar todo atisbo de moralidad para alcanzar sus objetivos.

La devastación y el vacío que sentimos al contemplar ese final nos deja indefensos, vulnerables, perdidos. Una mina que explota cuando parece que hemos llegado a terreno seguro, una nueva lectura que convierte todo el juego en un réquiem por The Boss y la verdad, una oda a la falsedad, corrupción e hipocresía que reside en el ser humano. Un sacrificio para abrir los ojos y comprobar que, después de todo, seguimos envueltos en oscuridad.

The Boss es uno de los mejores personajes que podemos encontrar en el mundo de los videojuegos, cuya historia merece ser conocida por todos a pesar de lo emocionalmente devastadora que es. Porque ella no era una traidora. No era un villano. Ella era una heroína. Ella era una auténtica patriota.

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