Videojuegos de fútbol: Cuando la Liga no era cosa de dos

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Esta semana se juega el Real Madrid – Barça, el gran Clásico del fútbol español, el Partido del Siglo que se repite cada año un mínimo de 245 veces pero que siempre enciende millones de pasiones a nivel mundial. Desafortunadamente, ambos equipos han acabado monopolizando la Liga española excepto por honrosas excepciones como la del Atlético de Madrid el año pasado. De la misma forma, dos franquicias han capitalizado el género del balompié en las consolas.

El enfrentamiento entre FIFA y Pro Evolution Soccer es otro de los grandes clásicos en el terreno de los videojuegos, un combate feroz que ha ido alternando su vencedor en distintas etapas y que obligaba a la renovación de su rival para poder conseguir ventaja de nuevo. Sin embargo, esta lucha de titanes ha provocado la extinción sin condiciones del resto de rivales, incapaces de mantener el ritmo de las sagas de cabecera. Pero esto no siempre fue así, ni mucho menos. Hace tiempo, incluso cuando EA y Konami ya habían creado sus monstruos futbolísticos, existían muchas alternativas en el deporte rey electrónico, cada uno intentando innovar a su modo para ganar una buena posición en el mercado. De muchos de ellos os hablaré hoy.

Como se suele decir, son todos los que están pero no están todos los que son. Siendo el deporte más popular del mundo era lógico que el fútbol tuviese una infinidad de adaptaciones para arcade, ordenadores y consolas, por lo que habrá muchos que, aunque conozca, no haya incluido en la lista. En primer lugar, obviaré cualquier entrega de FIFA o PES y no porque no haya disfrutado con ellas. Recuerdo mis tardes de vicio con los FIFA de Game Boy, especialmente las primeras entregas, donde me flipaba la retransmisión televisiva de la partida y la vista diagonal, además de aprovecharme del clásico truco con el que podías marcar gol incluso con el portero si tirabas desde el lugar y el ángulo adecuados. Lo mismo pasaba con el FIFA 97 de PC con el que me viciaba muchas tardes en casa de mi amigo Gusi. Como con 12 años no se suelen tener escrúpulos, utilizábamos el truco de marcar desde el centro del campo cada vez que nos veíamos por debajo del marcador, provocando las broncas correspondientes, aunque yo lo tenía bastante más difícil ya que mi amigo, como anfitrión, jugaba con el teclado mientras yo, a falta de nada más, me tenía que conformar con un joystick destinado a juegos de aviación. Sí, todo muy original. Curiosamente, creo que nunca caté los FIFA de SNES y Mega Drive.

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En cuanto al PES, mi primer contacto con la franquicia fue el embrionario International Superstar Soccer Deluxe de SNES, en el que me costaba un mundo ya no marcar gol sino dar dos pases seguidos. Con el tiempo volví a darle una oportunidad y me encantó las innumerables formas de marcar gol, especialmente desde fuera del área, de lo más real que te podías echar a la cara en 2D. Tiempo después me convertí en fan incondicional de sus entregas para N64, especialmente de la edición del 98, sin desdeñar ni la 64 ni la 2000. Era espectacular visualmente, muy ágil y completo al control y realmente conseguía transmitir placer por el fútbol, por lo que nunca me cansaba de alquilarlo semana tras semana. Cuando la saga ya pasó a denominarse Pro Evolution Soccer fue protagonista de muchas tardes de vicio con mis amigos, especialmente la segunda y cuarta entrega con sus Chamartín-Manzanares, siendo la sexta el culmen del realismo en su época.

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Por sí os lo preguntáis, sí, siempre he sido más de PES que de FIFA, aunque he disfrutado ambos, pero ya les he dedicado bastante espacio por hoy. En mi lista tampoco incluiré juegos de mánager de fútbol por mucho que tuviesen la opción de controlar los partidos, por lo que no os hablaré de mis maratones en el PC Fútbol (especialmente el 94-95 y el 6.0) ni de mi Euro-Burgos, mi aplastante Valencia o los épicos ascensos de mi Alcorcón en el Football Manager. De la misma manera, obviaré muchos de los títulos fundacionales del género como Pelé’s Soccer, International Soccer, Microprose Soccer o el primer Match Day; además de optar por entregas menos reconocidas o de menor calidad de franquicias importantes como Sensible Soccer y Kick Off. Todos ellos los he podido disfrutar bien crecidito gracias a la magia de los emuladores pero quiero hablar de aquellos que han tenido presencia, aunque sea mínima, en mi trayectoria vital, recordándolos con mayor o menor cariño. ¡Que suene el pitido inicial!

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TEHKAN WORLD CUP (1985)

Desde pequeñín fue un asiduo de los recreativos, tanto cuando tenía monedas de cinco duros en el bolsillo que gastar como cuando únicamente podía ejercer de mirón de los niños mayores que se pasaban las pantallas que yo podía. La visión de multitud de máquinas verticales en fila con sus pantallas brillantes era algo cercano al paraíso… por lo que me llamaba mucho la atención el mueble horizontal de Tehkan World Cup, desarrollado por Tehkan, la precursora de Tecmo.

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La posición inusual de la pantalla no era lo único original, sino que venía acompañada de un trackball en vez del tradicional joystick, toda una declaración de intenciones de la recreativa. Al principio tenía dificultades para jugar porque era muy bajito y no podía ver bien el monitor horizontal pero en cuanto pegué el estirón no dudé en probarlo. El juego era un auténtico diablo. La vista cenital y el trackball propiciaban un juego rapidísimo, tanto que podías marcar gol en apenas uno o dos segundos. Los jugadores corrían tan rápido como podíamos girar la bola por lo que coger el puntillo para saber reaccionar a tiempo era crucial pero lo malo es que el conjunto rival también mantenía ese ritmo altísimo y te machacaba sin piedad en un abrir y cerrar de ojos. Debido a mi escaso presupuesto, no le di muchos intentos más porque no era tan masoquista como para tirar mi dinero… además de que normalmente la trackball acababa rota por el ímpetu de los adolescentes de la época.

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MATCH DAY II (1987)

El primer Match Day de Jon Ritman para Ocean fue uno de los juegos fundacionales del género y uno de sus primeros grandes éxitos por lo que no tardó en tener una secuela. Si bien su versión más famosa era la de Spectrum, jugué por primera vez a Match Day II en Amstrad en casa de mi amigo Daniel Samper en uno de sus cumpleaños. Y no creáis que lo jugamos siendo muy pequeñitos sino que descubrimos esa joya de lo retro a mediados de los 90, sí, cuando FIFA, ISS, Sensible Soccer o Kick Off ya habían aparecido.

De todas formas, disfrutamos mucho intentando meter en la portería ese balón qué más bien parecía un globo fuera de control. Los jugadores eran lentos y marcar desde fuera del área era una utopía para nuestras torpes manos pero el mero hecho de intentarlo provocaba un sinfín de risas y situaciones ridículas. Sí, quizá no era una forma muy digna de abordar un clásico del género pero el hecho de que consiguiera divertirnos a pesar de los mastodontes que ya habían aparecido era algo muy meritorio.

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NINTENDO WORLD CUP (1991)

La Game Boy fue mi primera consola por lo que vais a ver bastantes juegos para ella en esta lista pero, en lo que respecta al género futbolístico, ninguno es tan carismático como este Nintendo World Cup de Technos Japan, que fue lanzado originalmente en su país de origen bajo el título Nekketsu High School Dodgeball Club: Soccer para NES, siendo parte de la afamada franquicia de la época Kunio-kun, ya sabéis, títulos tan recordados hoy en día como Renegade, River City Ransom o Super Dodge Ball.

Lo primero que llamaba la atención era su apartado gráfico caricaturesco, con los característicos sprites de Kunio aplicados a todos los personajes. El aspecto cómico del juego era muy marcado, utilizando los estereotipos sin descaro. Por ejemplo, antes de cada partido se mostraba una pantalla con el nombre de nuestro rival, una imagen de su país y una canción característica, con combinaciones como la URSS, la Plaza Roja y la Kalinka (o melodía del Tetris para los más viciados); México, un pueblo digno de un western y la Cucaracha, o España, la Sagrada Familia y flamencorro del bueno. De la misma manera, los jugadores españoles, con nombres como Carlos, Tonto o Frnco (sic), lucían unos bonitos sombreros cordobeses mientras disputaban el partido en un campo en el que podía haber piedras con las que tropezarse. También había supertiros y podíamos pegar empujones sin piedad, que producían una animación muy cachonda en nuestras víctimas Un espectáculo sin duda aunque al final la jugabilidad era demasiado simple y los sprites parpadeaban demasiado en ocasiones pero, con 10 años, no hacía falta pedir mucho más. Además, el balón era enorme, una golosina para los que estábamos acostumbrados a pelotas del tamaño de un pixel.

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SEIBU CUP SOCCER (1991)

Mientras en las consolas se intentaba ir consiguiendo un mayor realismo, el arcade era coto vedado para un fútbol espectacular y frenético para aprovechar su naturaleza fugaz de diversión inmediata. Las desarrolladoras se intentaban lucir en primer lugar con unos gráficos de campanillas como es el caso de Seibu Cup Soccer de Seibu Kaihatsu. Los sprites eran enormes, coloridos y animados de forma genial mientras que los efectos de sonido y la música nos metían en faena de forma inmediata.

La jugabilidad era muy ágil pero también tenía muchos trucos para poder marcar de forma fácil. Sin ir más lejos, podíamos driblar fácilmente a los rivales, portero incluido, para meternos en la portería con el balón o colgar balones para rematar de cabeza en el área pequeña. Sin embargo, la forma más espectacular de lograr un gol era con el Dynamite Kick, un disparo especial potentísimo que podíamos conseguir al rellenar una barra manteniendo pulsado el botón de tiro y soltándolo cuando estuviese llena. Era habitual ver a los chavales mover a su jugador hacia su propia portería hasta que el disparo estuviese listo para que no les quitaran el balón antes de marcar desde su propio campo, aunque también se podía conseguir fácilmente casi sin ángulo desde la línea de fondo del marco contrario. Obviamente, todo se complicaba a medida que íbamos ganando partidos pero eso no quitaba que fuese un juego rápido, espectacular y satisfactorio. Además, era gracioso ver la caricaturas de los jugadores famosos que representaban a cada equipo, con Maradona luciendo un afro imposible incluso por mucha cocaína que se metiese por la nariz.

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SUPER KICK OFF (1991)

Si el Match Day de Jon Ritman es una de las piedras angulares del fútbol en consola, no menos importancia tiene el Kick Off de Dino Dini (tranquilos, que dentro de poco completaremos la Santísima Trinidad del balompié), un franquicia que comenzó en 1989 y que contó con numerosas secuelas. Mi primera toma de contacto fue con el Super Kick Off de Game Boy, tercera entrega de la saga y cuyo cartucho estuve a punto de tirar por la ventana más de una vez.

La mayor contribución de Kick Off al mundo del fútbol doméstico fue el hecho de que el balón no se pegaba a los pies de los jugadores, sino que se movía libremente rebotando en sus piernas y el campo de juego. Esto exigía una gran habilidad para no sólo controlar la pelota, sino también para poder correr con ella en dirección a la portería contraria. Reconozco que era incapaz de hacerlo con mis tiernos 10 años, desesperándome al terminar los partidos sin disparar ni una vez a puerta y, obviamente, siendo vapuleado por la inteligencia artificial. Además, los gráficos eran excesivamente simples para mi gusto, con un campo realizado con unas cuantas líneas planas, incluida la portería (cuya ausencia de efecto mínimamente tridimensional incluso hacia imposible saber si el balón había entrado en la portería o había pasado por encima del larguero hasta que te lo indicasen), unos jugadores que parecían bolsas de patatas con gatos furiosos dentro y un balón negro que, si no fuese por sus botes, parecía un disco volador. Dar dos pasos con el balón sin que se fuese a tres metros de distancia era una proeza y yo no tenía la paciencia necesaria para siquiera hilvanar una jugada. Además, el sonido agudo del silbato del árbitro se me metía en el cerebro como un cuchillo oxidado.

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EUROPEAN CHAMPIONSHIP 1992 (1992)

Hasta que mis padres me regalaron una Game Boy, las visitas familiares solían ser de lo más aburridas ya que no tenía primos de mi edad, todos ellos eran bastante mayores que yo. Por eso, cuando íbamos a ver a alguno de mis tíos normalmente me dejaban campar a mis anchas por la casa porque sabían dónde iba a acabar: delante de la consola o el ordenador de turno, como era el caso en el hogar de mi tío Paco, que por entonces trabajaba en el departamento de informática de Philips. En su PC no sólo descubrí Doom, que me daba más miedo que otra cosa, sino que me vicié bastante a uno de los juegos de fútbol al que más cariño tengo: European Championship 1992 de Tecmo.

Su potencia gráfica me alucinaba, ese campo de fútbol donde se podían ver los parches de tierra, las animadoras que acompañaban la salida de los jugadores, la banda de música del descanso, el árbitro y los jueces de línea… ¡incluso podías guardar tus mejores goles! Además el control era fácil y daba la impresión de que era un juego justo donde podías realizar combinaciones y conseguir tantos sin desesperarte ni que el equipo contrario te apalizara sin descanso. Eso sí, a veces ocurrían cosas un tanto raras, con el balón quedándose atrapado rebotando sin parar en un palo o un duelo de cabezazos entre dos futbolistas que podía durar días, meses, siglos sin que la pelota tocara el suelo. Además, la inteligencia artificial tenía un fallo garrafal y es que el portero rival sufría alergia aguda a quedarse bajo palos por lo que, cuando nos acercábamos al área, se alejaba de la portería dejando un hueco enorme para que marcáramos gol desde la línea de fondo. Normal que el portero se arrodillara dramáticamente llevándose las manos a la cara cada vez que encajaba un tanto. Casi todos los juegos de fútbol de la época tenían trucos similares pero en este caso no empañaba la diversión que ofrecía European Championship 1992.

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