(Análisis) FIFA 13

Si hace unos días analizábamos PES 2013, ahora toca hacer lo propio con el otro gran referente en los juegos de fútbol en nuestro país: FIFA 13, del que ya adelantamos que aunque tiene algunas cosas mejores, en global nos ha dejado un poco más fríos y son más los morros largos que hemos puesto durante los partidos echados, aunque no es un mal título en absoluto para aquellos que disfruten de estos simuladores para hacer por ejemplo que el Real Madrid descienda, eligiéndolo solo para que pierda todos los partidos, o que el Granada se vea como nunca: con Liga, Champions…

Sin tanta chulería y filigrana como las vistas en FIFA Street, y volviendo nuevamente a la solidez y seriedad de los FIFA anuales tradicionales, en este FIFA 13 tenemos un mejor acabado gráfico que nunca, teniendo imágenes y vídeos que en ocasiones parecen retransmisiones de partidos reales.

Con una cantidad ingente de licencias, FIFA 13 está de nuevo en el terreno de juego para intentar ser el rey del mambo y aunque mira de reojo a su rival (PES 2013) no titubea ni un segundo y muestra sus lindezas, que empezando por los gráficos que son lo primero que entra por los ojos, trata de seducir a la mayor cantidad de gente posible.

Su sistema de juego no es tan depurado como en PEs 2013 y aunque la IA ya no parece puesta aposta para que haya situaciones comprometidas y demasiado choque y roce entre los jugadores, este año está por detrás de su competidor porque los partidos no son tan fluidos y parece que en ocasiones los jugadores vayan a pedales.

El ritmo de los partidos en FIFA 13 es pausado, a veces demasiado porque no dará sensación de que los jugadores corren para dejarse el aliento para llegar a balones alejados, ni tampoco se les verá con mucho empeño para robar balones, más allá de presionar un poco y quizás meter un poco la puntita -como Don Juan le decía a Doña Inés- para salirnos con la nuestra y arrebatarle el esférico al oponente.

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