Cinco años de producción, cinco largos años le ha costado a Polyphony Digital la quinta entrega numerada de Gran Turismo. La presión por parte de los fans ha sido mucha y las expectativas ante las cosas que se mostraban con cuentagotas también han sido numerosas.
Ahora, la saga de simulación, probablemente, más conocida por las masas ya ha vuelto y si cumple con lo prometido y esperado o no es más que agua de borrajas es algo que os relataremos a continuación en este análisis de GT5.
Lo de siempre, aunque con novedades.
Gran Turismo es una saga que siempre ha presumido de realismo, de mimar mucho los diseños, de contar con multitud de marcas y licencias. En esta ocasión, en ese aspecto no defrauda porque incluye más coches que nunca, más competiciones y más realismo con unas físicas increíbles creadas por un equipo de expertos del motor para que la inercia por velocidad, peso y el resto de elementos sea lo más realista posible en carrera y no nos encontremos con movimientos imposibles o con que todos los coches se conducen exactamente de la misma forma.
Sin embargo, había algo de lo que carecían anteriores títulos: daños y cambios climáticos. Si bien en éste se han incluido, debemos pensar que la primera de estas dos novedades no ha terminado de cuajar como debería y es que los daños tardan en activarse y son algo más anecdótico que serio. No todos los coches los sufren y, en caso de hacerlo, casi nunca precisan de una reparación que, por otra parte, arregla lo visual porque realmente el coche en cuanto a piezas está intacto y no renquea.
2 Respuestas a “(Análisis) Gran Turismo 5”