Viendo la red desde la pista.
Después de que se nos cargue el juego para empezar de lleno con él -tarea que aún tarda un rato-, nos tocará escoger modo de juego, aunque en cualquiera de ellos tendremos a nuestro tenista -zurdo o diestro- en mitad de la pista con ganas de partido o de realizar las misiones que le toquen en caso de entrenamiento.
A poco que juguemos, notaremos como que algo falla y es que la jugabilidad no está demasiado pulida. Para empezar, hay valores para distintas características físicas, pero están más ahí de adorno que porque realmente sirvan para algo, ya que con un jugador recién creado seremos capaces de ganar a los mejores del mundo en cualquier torneo, sin despeinarnos y eso se debe, sobre todo, a que no se verá diferencia entre su potencia y precisión y la nuestra, pero seamos más concisos: no existe el cansancio, de modo que el tema de «resistencia» está puesto de pegote y además jamás, ni aunque lo intentemos, sacaremos la pelota fuera de la pista, excepto si es en el saque, donde sí está currado el apartado mezclando muy bien el tema de tiempos tanto en cuanto a pulsación de botón de manera continua para cerrar más su potencia, como en el momento de realizar el lanzamiento en sí que es ya lo que determina la precisión y momento de golpeo.
Dicho ya que nuestro muñeco no sabrá lo que es el cansancio y que de poco vale subirle las stats porque será un máquina desde el principio incapaz de tirar la pelota fuera y que además tampoco sabe pasarse de largo de ésta cuando la va a recibir en cuanto que lleguemos a la zona ideal, donde se parará de súpito incluso aunque no quisiéramos, debemos decir que entretiene un rato, pero que como simulador está a millas de ser bueno, por más que haya tomado prestados matices de la competencia con temas como el tiempo preciso de golpe, que estaría bien, si no fuera porque en este juego no hay un castigo por no darle en el momento adecuado a la bola.
Una respuesta a “(Análisis) Grand Slam Tennis 2”