(Análisis) Hell Yeah! La furia del conejo muerto

Para movernos por el mapa, tendremos que ir por distintas plataformas y eliminando a una serie de jefecillos hasta poder ir desbloqueando zonas que antes estaban cerradas porque tenían como requisito por ejemplo que llevásemos cinco bajas, diez, o las que sean. De este modo, cada vez tendremos más espacio para corretear y liarla parda.

En cuanto que estemos a punto de matar a un fiero enemigo, nos saldrá siempre un ataque especial que, si no efectuamos bien, hará que nuestro combatiente recupere algo de vida y siga dando por saco un rato más. Estos golpes de gracia varían en función del bicho al que nos enfrentemos y puede ser desde demostrar nuestra puntería, aporrear botones a toda velocidad, seguir unos QTE o responder a preguntas tipo test, como si estuviéramos en ¿Quién quiere ser millonario?, pero con más humor, porque se nos pueden decir cosas como ¿cuántos años es capaz de vivir un conejo muerto?

Lo mejor de ir derrotando monstruos, además de que al tener cada uno sus patrones, estar en su zona de escenario y que incluso estemos expectantes con cuál será la orden para llevar a cabo su ejecución, es que se nos unirán y… no, no tendremos un pequeño ejército para que vayamos por ahí como en Army: Corps of Hell, ya que nuestro conejito es más de actuar en solitario, pero ellos podrán ayudarnos estando explotados en una isla creada con todo tipo de naves y preparada para trabajos forzados, en la que podrán ir consiguiendo dinero para nosotros, aumentos de vitalidad (sangre) u otras cositas que también nos irán muy bien para que nuestro poder vaya in crescendo y no haya demonio del submundo que se nos resista, ni aunque vayamos disfrazados a lo Elvis Presley y se sientan ofendidos, ni siquiera ni haciendo un kebab en el instante con una corderita  que estaba prometida con un carnero con muy malas pulgas.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.