(Análisis) Lollipop Chainsaw

Minijuegos y exploración.

En Lollipop Chainsaw los momentos de acción pura y dura están todos amenizados de una manera bastante inteligente con humor y referencias a cosas varias de política, videojuegos, deportes o sociedad, pero sobre todo a veces la acción queda en un segundo plano sin llegársenos a romper el ritmo para nada al incluirse minijuegos como el baloncesto zombie o el béisbol zombie e incluso tendremos una paradita en un salón recreativo en el que nos meteremos dentro de las máquinas arcade y tendremos que hacer diferentes tipos de acciones con Juliet como protagonista de nuevos juegos para que llegue al jefe final de zona.

No dispondremos de un mapa, pero las zonas que vayamos dejando atrás se irán cerrando de modo que más nos vale cogerlo todo de primeras y, al mismo tiempo, se nos señalará continuamente con flechas luminosas o con escenas breves de vídeo por dónde continuar, de modo que perderse es prácticamente imposible, por no decir que a no ser que uno se ponga a corretear en círculos y se despiste como para no ver la señalización de rigor de qué puerta patear, qué canalón cortar o qué roca destruir. Aun así, hay varios retos internos por encontrar cosas ocultas o por dar caza a ciertos zombies especialmente fuertes con nombre propio y una barrita morada de vida que pueden ponerse un poco tontos en ocasiones y obligarnos a usar un chupachús para que la atlética dama recupere vida.

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