Vamos a emprender un pequeño viaje al pasado para conocer el origen de Monster Boy and the Cursed Kingdom, el juego que hoy analizaremos en esta web.
En el año 2010, un pequeño estudio francés llamado Game Atelier se estrenó con Flying Hamster, un shooter ameno y divertido protagonizado por Newton, un hamster que volaba. El éxito del juego lanzado en varias plataformas hizo que incluso se realizara un port en HD allá por 2013. Un año después, en 2014, nos mostraron que estaban trabajando en el regreso de Newton, que les gustaría sacar Flying Hamster II de una manera más ambiciosa, por lo que iban a necesitar de capital. Dicho lo cual, en una campaña de kickstarter mostraron imágenes y un vídeo muy diferente a lo que todos esperábamos ver. En ese vídeo no teníamos un shooter, sino un juego de aventuras en el que, si bien la forma original de Newton era la del mismo roedor y tenía aún esa habilidad de surcar los cielos, en realidad tenía transformaciones. No solo era que no fuera un shooter, sino que era un plataformas de acción con puzles. No se trataba de transformaciones al azar, sino en animales que recordaban muchísimo a otra saga retro: Wonder Boy. Tanto es así, que el creador de dicha saga, Ryuichi Nishizawa se entusiasmo al enterarse y se puso en contacto con ellos. No iba a hacer falta sacar Flying Hamster II, él y los chicos de FDF echarían una mano para sacar la secuela espiritual de Wonder Boy and the Dragon’s Trap (el original de hace 24 años y del que tuvimos recientemente un remake moderno). El sueño del nacimiento de Monster Boy and the Cursed Kingdom comenzó de esta manera.
Han sido varios años de desarrollo. Ha habido momentos complicados. Pero ahora ya, todos podemos jugar a este juego en nuestra plataforma escogida de entre las que se ha lanzado: PC, Xbox One, PlayStation 4 y Nintendo Switch.
Lo primero que debemos decir de Monster Boy and the Cursed Kingdom es que no solo no defrauda, sino que incluso es más divertido, intenso e interante de lo que prometía con las imágenes. Ahora bien, cómo el juego entra por los ojos es una cosa asombrosa. No hace falta más que ver una captura cualquiera, sacada al azar sin importar la fase o escena. El apartado gráfico está tan sumamente cuidado al detalle que no encontraremos dibujos con composiciones extrañas, deformaciones o un mal uso del color. Cada imagen tiene su identidad, su encanto. No serán pocas las veces que nos sorprendamos al recorrer el enorme mundo que se encuentra a nuestros pies, patas o lomo.
La forma que adoptemos —según las vayamos desbloqueando por recuperar orbes con los que tratar de recuperar la paz que reinaba antes de que el alocado tío del protagonista la liara al hacerse con una vara— variará por completo nuestra manera de movernos. La inicial, de humano, es como la más versátil, pero en cuanto quedemos hechizados seremos un cerdo, con mucho más peso y menos agilidad; después pasaremos a ser un serpiente, una rana, un león y hasta un dragón. Cada personaje tiene sus pros y sus contras. No solo eso, hay zonas que tan solo podemos superar con alguno en concreto, ya que por ejemplo la serpiente es capaz de colarse por lugares bastante pequeños o la rana de nadar sin problema.
Entrando en el apartado sonor de Monster Boy and the Cursed Kingdom, debemos decir sin titubear que acústicamente es un producto de sobresaliente. En varios ocasiones nos hemos quedado parados de cosa hecha para escuchar las nuevas melodías y, por supuesto, siempre hemos notado su calor, su excelsa compañía mientras ayudábamos a Jin en su empresa. Se nota que han trabajado en él: Haruka Shimotsuki, Keiko Kobayashi, Michiru Yamane, Motoi Sakuraba, Takeshi Yanagawa o Yuzo Koshiro. Compositores de renombre por otros juegos como: Golden Sun, Shenmue o Baten Kaitos.
Aunque no está relacionado directamente con esto, hay un coleccionable muy curioso. Se nos insta a buscar por todas partes las partituras perdidas de Ollie. Un pequeño extra, entre otros tantos que hay en esta aventura plataformera, para que exprimamos más este juego repleto de detalles.
Es bien extenso lo que se nos permite realizar en nuestro viaje por hacer que nuestros vecinos (y nosotros mismos) podamos seguir viviendo en paz. Jin, el héroe, se adentrará en escenarios repletos de peligros que se pueden sortear con las habilidades u objetos adecuados (además de la pericia). A veces no importa que nos transformemos; la respuesta está en otro lugar, de otra manera. No es un juego simplemente de recorrer pantallas golpeando a los enemigos para no caer nosotros en su lugar. Hay diferentes puzles para que utilicemos nuestra cabeza si queremos avanzar. Eso es bonito, que el juego nos indique que no importa que nos acabemos de comprar algo impresionante y muy útil en la tienda a cambio de un buen puñado de monedas de oro que tanto nos ha costado reunir; lo que tenemos que hacer es pararnos un rato a pensar. Tranquilizarnos de tanta acción y buscar una solución para abrir esa puerta o abrirnos camino en un lugar donde pareciera que no hay nada.
Monster Boy and the Cursed Kingdom está traducido en varios idiomas, entre ellos el castellano. La traducción es más que correcta; completamente fluida, natural, sin faltas de ortografía. Un pequeño aliciente para un juego que ya de por sí deslumbraba.
9,6
Conclusiones:
Monster Boy and the Cursed Kingdom es una digna secuela espiritual de Wonder Boy. Un sucesor actualizado para la época en que vivimos con unos controles intuitivos y con guiños al original. Es el juego que todo fan de la saga anhelaba al anunciarse el proyecto.