(Análisis) Tomb Raider

Toda la acción transcurre en la misma isla, esta vez no tendremos a Lara dando la vuelta al mundo como haciéndole una apuesta a Willy Fogg, tampoco veremos su mansión, solamente el barco y todo cuanto esté en el Triángulo del Dragón y, aun así, hay un montón de escenarios diferentes en un gran mapa de un recóndito lugar donde las condiciones atmosféricas pueden cambiar de manera repentina y donde también hay un montón de ruinas y cosas con las que la arqueóloga, en otra situación estaría de lo más encantada, porque está claro que no es de su agrado esto de trepar por los tejados, lanzarse por tirolinas o subir por escaleras oxidadas y aun así, no se echará atrás ni dudará demasiado en hacerlo, simplemente se lo tomará como que o lo hace, o de ahí no sale con vida.

Gráficamente es espectacular y nos quedaremos embobados probablemente en varias ocasiones mirando los paisajes que especialmente lucen bien en las alturas, también el modelado y gestos de los personajes están tremendamente bien, especialmente la expresividad de estos, la música está también a la altura de lo esperado, pero si algo sorprende especialmente es su doblaje al castellano con unas actuaciones increíbles con las que nos metemos más aún en el juego y con las que todavía parece más cinematográfico de lo que ya resulta con los continuos vídeos impactantes y los momentos llenos de acción.

Si a alguno todavía se le quedan ganas de darle más uso al Tomb Raider después de completar la historia y superar todos los extras (obtención de todos los diarios, de todos los objetos, de todas las reliquias…), hay también un modo multijugador puesto como tantos otros de esta generación y en el que tenemos que escondernos y matar a los demás, si nos matan, salimos de nuevo y así hasta que se acabe el tiempo, lo usual.