Final Fantasy. Con ese nombre, seguro que a vosotros, videojuegoadictos, os sugerirá en la mente leves ideas de lo que puede representar esencialmente un título numérico de la franquicia que lleva a flote a la dinastía del líder Yoichi Wada, Square-Enix, desde los anales de la historia. Ahora, en su décimo tercera entrega, la saga pretende seguir repartiendo estopa cual Chuck Norris del género rol japonés y de los videojuegos en general.
Ha habido todo un largo feedback del público desde aquel, ya nos viene lejos y todo, anuncio del E3 2006, pasándose a la no menos polémica multiplataformidad compartiendo cuna entre PS3 y Xbox360 un año más tarde, o toda una serie de mentiras y desmentiras acerca del motor gráfico Crystal Tools (anteriormente conocido como White Engine).
El vaso frío de la tensión iba a derramar muchísima expectación, y es que han sido casi cuatro largos años para que podamos hincarle el diente, y comprobar si este Final Fantasy XIII, definitivamente iba a resucitar la confianza de los más conservadores mientras seguía ganándose adeptos en todo el mundo. Recemos a San Chocobo, y acompañadnos a esta humilde review.
Una historia de antihéroes. Un destino que enfrentar.
La narración de Final Fantasy XIII emplea una mecánica, si bien decorativa, arriesgada y hasta genuina: por capítulos. Decorativa porque aún su cometido, que es cerrar pequeñas etapas para dar paso a otra, nunca ha sido necesaria anteriormente para este tipo de historias, donde lo sucedido anteriormente sigue estando presente en los personajes, y la narración luego fluye de nuevo. Sigue siendo genuino y hasta puede que útil al jugador, ya que servirán para calmar la aventura que peca de abruptamente lineal (que os contamos luego), aunque en todo caso estos episodios irán entrelazados de escenas del pasado; los 13 días. Una serie de pequeños relatos que sitúan y dan motivos a la existencia de los protagonistas en la historia, así que podemos reconsiderar la idea de contar el juego mediante episodios, porque en definitiva no hace daño a la estructura final del juego.
La trama argumental viene a ser la típica arqueotipada de este tipo de juegos, pero que sin embargo no falla en ser coherente y mucho más importante, interesante: una rebeldía ante las facciones que son consideradas la justicia de este mundo debiendo los protagonistas enfrentarse a una serie de retos que irán desarrollando sus personalidades para salvarse a sí mismos.
En breves palabras, nos situamos en un mundo gobernado por unos entes suprahumanos denominados fal’Cie, considerados como dioses protectores de una estructura flotante que expulsa todo agente externo a él, el Nido. Para este objetivo, los fal’Cie sellan con una marca a algunos humanos elegidos para que tomen decisiones aliena su libre albedrío con el fin de defender la ciudad de las tierras hostiles que se encuentran en la superficie terrestre, Paals, más conocidas como el Inframundo. Los humanos sellados son considerados lu’Cie y serán la premisa principal de la historia, puesto que entrará en curso toda una serie de dilemas éticos y morales acerca de ellos, con una orden de militares en desacuerdo a su existencia ya que los consideran como una amenaza pública…
Y es que la trama que presenta la décimo tercera entrega no se olvidará de los tópicos de coraje, romance, amistad y destino.
Pero lo más importante que cabe destacar, son precisamente los personajes que hilan esos términos que cualquier manual de creación de JRPG debe contener si no quiere dejar de ser molón. No en vano, ya sin entrar a hablar subjetivamente de los diseños (que pueden gustar más o menos según la rabia que le tengáis al cliché japonés) las facetas y personalidades que sostienen son tan fuertemente representadas en el contexto sentimental, que en las relaciones entre ellos es donde veremos toda una explosión de química que ensalzarán las escenas, que no serán por cierto pocas. Los protagonistas no nacen de la historia, es que la hacen.
Pues a mí al menos hasta el tercer capítulo el sistema de batalla no me gustó nada (que es hasta donde he jugado). Me parece un sistema demasiado difícil, ya que no puedes elegir nada porque no da tiempo a hacerlo antes de que el enemigo te ataque… y al menos a mí, eso me quita bastante las ganas :S
Demasiado generoso has sido.
Yo le pondría un 6 pelao.
¡¡Viva la linealidad!! :P
He intentado ser lo más arbitrario posible respecto a los recursos que ofrece el juego, sí, por mí le daría un 7 pero hay que ser justos; el sistema de Formaciones era un sistema estratégico más que de opciones, por ello lo de automatizar las habilidades excepto las puntuales para situaciones adversas. Más que difícil requería algo de reflejos en batallas importantes, y ya ni os cuento ante las «tortuguitas» que eran enemigos de a pie.
Para difícil el Star Ocean 3 y su «fantástico» IA