Que hay juegos de todo tipo es algo que ya todos sabemos. Nos hemos visto: haciendo hamburguesas, siendo el dios de la guerra, controlando la acción de un teatro de marionetas, envueltos en un triángulo amoroso, aterrorizados por comernos un conchazo azul, volando por los aires esquivando miles de balas y siendo ayudados por espíritus mágicos, o hemos derrotado a mil y un generales utilizando todo nuestro poder.
Sin embargo, el planteamiento del último minis de PSP y PS3 lanzado por Laughing Jackal es muy original y sencillo, que es de lo que se trata en este tipo de juegos englobados dentro de los minis, de lo que podría llamarse «menor» y no por ello que no sea divertido y entretenido.
Con Hungry Giraffe manejaremos a una jirafa que tiene hambre a todas horas y no hace más que comer y seguir comiendo. De hecho, a veces vomita para seguir comiendo, como los romanos en sus fiestas de orgías de tres días, donde además de fornicar, comían y bebían hasta perder el control.
Come calorías por un tubo.
La glotona jirafa sin nombre tiene que estirar su cuello cada vez más y más para seguir teniendo alimentos, que transforma en energía, de manera que cuantas más calorías engulla, más acelerón conseguirá. Si se choca contra un yunque o se queda sin energías, más nos vale comernos algo según cae, porque como llegue abajo será nuestro fin.
Hamburguesas, patatas, pizzas… es lo que mejor le va para conseguir puntos y metros, hasta que completemos los diez niveles de que consta. También existen unos cascos para conseguir acelerones cuando estemos un poco mal o simplemente nos apetezca, pero al mismo tiempo hay que tener cuidado con el veneno, o al vomitar, perderemos esa ayuda.
Una respuesta a “(Análisis) Hungry Giraffe”