¿Y cómo puede conseguir Meruru que su reino tenga más habitantes? Pues haciendo encargos que le pidan sus vecinos, cumpliendo unos objetivos de exploración y síntesis y, básicamente, viajando mucho y haciendo feliz a la gente, para que se corra la voz de lo buena que es esta muchachita y lo a gusto que se vive en Arls, para que varias familias enteras se muden aquí.
Cuanta más gente haya, más trabajo hay que darles y en algún sitio se tendrán que quedar, así que también tendremos que ir construyendo lugares de ocio, viviendas y fábricas, talleres, escuelas, etc. para poder acoger a los centenares de personas que aspiren a tener una vida más cómoda y llevadera con el respaldo de saber que no les atacará ningún bicho por las noches o que sus campos estarán siempre bien cuidados gracias a esta alquimista que adora hacer buenas acciones y que sueña con ser reconocida en toda Arland.
El tiempo no es infinito.
Al igual que pasaba en los dos anteriores títulos de Gust de esta serie, el tiempo no es infinito, sino que tendremos que pensar muy bien qué misiones aceptar y en qué orden ir haciéndolas, ya que aunque tengamos bastante libertad para movernos, una vez que salgamos del pueblo (a excepción de si nos dedicamos a hacer alquimia en nuestro caldero) se nos gastarán días tanto viajando por el mapa como recogiendo materiales o luchando contra los enemigos y es cierto que al principio podría incluso obsesionarnos un poco el hecho de ir perdiendo días con todo y ver cómo vuela el tiempo, llegando a creer incluso que lo tendremos complicado para cumplir los objetivos, pero si nos hacemos un buen planning mental, no tendremos problemas en sacar un final de juego que nos agrade ya que son varios los finales que podemos obtener.
3 Respuestas a “(Análisis) Atelier Meruru”