(Análisis) God of War: Ascension

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Este año ha vuelto Kratos, el dios de la guerra, a PlayStation 3 con una nueva precuela, la primera nativa para esta consola, ya que los anteriores capítulos extras de fuera de la saga numerada habían salido para PSP aunque después llegaron dentro del segundo volumen de God of War Collecti para PS3 con algunas mejoras gráficas y con trofeos.

El título al que nos referimos, por si algún despistado aún no se ha enterado, es God of War: Ascension y en él se nos cuenta un poco más cómo era este espartano antes de ir a enfrentarse a Ares para tomar así su puesto. Bien es cierto que en God of War, precisamente la historia no es que fuera la bomba ni estuviera siquiera bien contada, es más el tema de la mitología lo tomaban tan por libre que les cambiaban el papel a muchos dioses o salían repetidos con nombre romano y griego, como en el caso de Apolo y de Helios. Aun así, creíamos que lo habíamos visto todo sobre el pasado de Kratos y que además ya se había liado la madeja bastante con alguna que otra incoherencia argumental, pero aquí vienen con más que, no viene a cuento de nada, más que para tener una excusa para volver a ponernos a los mandos con este carismático personaje.

20944MP02_smQuien haya jugado a cualquier otro God of War sabe de sobra lo que se encontrará en éste, es decir, acción con un poco de plataformeo sencillito. A matar que son dos días.

Kratos tendrá combos diferentes a los mostrados en los anteriores títulos, pero serán parecidos y la mecánica del juego es la misma. Ir por fases bastante pasilleras, con apenas exploración posible y con algún que otro cofre escondido para mejorar nuestra salud o barra de magia y que así nos vaya siendo más llevadero el resto del juego, cuando los enemigos se vayan complicando, o por lo menos para que no notemos un cambio brusco de dificultad al mismo tiempo que tenemos un pequeño aliciente para mirar cosas en el escenario más allá de las horrendas caras de los monstruos a los que no dudaremos en despellejar vivos, arrancar los ojos o extirpar los órganos internos, al más puro estilo salvaje (y gore) de la franquicia.

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