(Análisis) Little Big Planet 2

Un plataformas que se mueve entre otros géneros

Recorriendo varios mundos de fantasía inspirados en el Renacimiento, la naturaleza y escenarios futuristas, entre otros, Sackboy (o sack-cosa, como lo llama el carismático Larry Da Vinci) deberá salvar al mundo del Negativitrón, una endiablada máquina que absorbe todo resquicio de originalidad para convertirlo en un tenebroso y peligroso lugar. Para ello, Sackboy contará con la ayuda de una sociedad semi-secreta llamada La Hermandad. Mientras recorren todos y cada uno de los mundos, el jugador podrá experimentar de manera totalmente natural y casi sin darse cuenta de un viaje por distintos géneros del videojuego: plataformas, carreras, puzles e incluso shooters espaciales.

A todos estos detalles le acompañan los nuevos accesorios que nos permitirán interactuar con el entorno de cada nivel y superarlo: ganchos, guantes de fuerza, vehículos… Incluso contaremos con los dulces sackbots, robots que tendremos que guiar hacia la salvación en cada nivel, al más puro estilo Abe’s Oddysee, y que a su vez nos ayudarán a superar obstáculos infranqueables de no ser por ellos.

Las pequeñas fases secretas arcade del primer Little Big Planet (esas que no tenían vínculo argumental con el resto y se obtenían cogiendo su correspondiente llave), adquieren más importancia en esta secuela, ya que algunas están pensados, e incluso exigirán, la colaboración (o enfrentamiento) de otros jugadores. También es cierto que se echan en falta más mundos y niveles en el modo historia, ya que, sin contar con su rejugabilidad, deja con ganas de más variedad, sobre todo al ver las maravillas que Media Molecule ofrece.

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