Luces de neón, oscuridad y velocidad
Nos encontraremos en salas oscuras con laberintos variados y complicados donde las luces de neón lo iluminarán todo y donde se nos premiará de dos maneras por nuestro buen hacer; la primera de ellas es subiéndonos la velocidad a la que movernos y a la que se mueven también nuestros incorpóreos enemigos, mientras que la segunda es subiéndonos los puntos que se nos otorgan por cada pastillita que nos traguemos, llegando a un límite de cien puntos por píldora ingerida.
Del mismo modo que hay premio, debería haber castigo, y así es. Si no vamos limpiando la pantalla de puntitos de ambos lados y tomándonos las frutas especiales que están siempre en el lado opuesto de la zona limpiada, junto a la caja de donde salen los fantasmas antes de perseguirnos, no se nos dará recompensa alguna y si hacemos uso de una de las novedades del juego que nos salvarán el culo en varias ocasiones, las bombas, tanto los puntos que nos fueran a ir dando como la velocidad, sufrirán una pequeña bajada.
Esas bombas de las que os hablábamos, tendréis que usarlas con cabeza, porque además de la pequeña penalización que podría afectaros en cuanto a superar vuestra mejor marca personal, se agotan (salvo en pruebas determinadas), habiendo un límite por cada una de las vidas que tengamos. De manera que uno tiene que utilizar los explosivos cuando realmente se vea acorralado sin salida.
Cada vez que hagamos uso de una de esas bombas, además de lo ya explicado, podremos abrirnos paso si la hacemos explosionar contra un fantasma que aún esté dormido, para así llegar a otra zona y tanto ese fantasma como todos los que nos persigan, volverán al cuadrante de salida, para hacer su aparición instantes después todos ellos, y volver a la carga hasta que o nos den caza o se la demos nosotros a ellos.
Una respuesta a “(Análisis) Pac-Man Championship Edition DX”