Solatorobo es un juego muy dulce, con personajes simpáticos y con unos diseños muy bonitos tanto de paisajes y fondos como de los animalitos que pululan por País Bucólico. Sin embargo, mezcla demasiados géneros, para finalmente no decantarse por ninguno ni terminar por hacer una simbiosis buena de todo.
Se queda a caballo entre lo que podría ser y lo que es y su historia, que parece guionizada por un cuentacuentos infantil, no da demasiado de sí y nos lleva por un camino en línea recta, sin bifurcaciones en el que se ve claro que los buenos son muy buenos, los malos son muy malos y que no hay más que descubrir cuál es el secreto ligado al medallón que Red encuentra en la misión del tutorial.
Viajaremos por un montón de ciudades distintas y en cada una conoceremos a nuevos personajes a los que echar un cable, aunque en el área de conseguir trabajos siempre está la misma chica en cada lugar, lo cual es curioso.
Por otra parte, veremos que las luchas son fáciles y con pocos movimientos, que no hay opción a hacer nada sin el robot sobre el que caminamos, salvo abrir paso para después ir ya sobre él de nuevo y también descubriremos que los momentos de vuelo son un poco aburridos por el hecho de tener que aterrizar cada nada para pillar propulsión de nuevo y no caernos al vacío. Del mismo modo, las carreras de naves son demasiado flojas, con unos controles toscos y unos circuitos demasiado simples.
Os doy la razón en que es algo repetitivo, pero no sé… tiene una magia que hacía tiempo que no veía en ningún anime o videojuego, aquella época en la que el anime llenaba las televisiones de media España a las 2 y a las 6 de la tarde… Qué días aquellos…
Es muy bonito y se le nota el mimo de Hiroshi Matsuyama, pero precisamente por ser suyo tendría que ofrecer una historia con más chicha, ya que todo es simplemente hacer recados casi iguales uno tras otro (a lo Final Fantasy Tactics) y cuando uno cree que variará en algo, no lo hace.