Lo que es harina de otro costal es la música. Compuesta por los geniales Hitoshi Sakimoto y Masaharu Iwata, es, junto con la de Mega Turrican (de Chris Huelsbeck, otro monstruo), una de las mejores bandas sonoras que se han escuchado en una Mega Drive. Puede que estos inpiduos no os suenen por sus nombres, pero seguro que sí por su obra: Muramasa: The Demon Blade, Odin Sphere, Gradius V… y su obra maestra Final Fantasy Tactics. Como no podía ser de otra manera, este dúo compuso para Gauntlet IV un repertorio de melodías que, aunque algo corto, le da al juego el acompañamiento sonoro que pide a gritos: melodías que evocan el horror de grutas oscuras e inexploradas habitadas por criaturas del averno, pero que a la vez te invitan a lanzarte de cabeza hacia dentro de ellas. Lúgubres unas veces, majestuosas y épicas otras, están muy en la línea de las bandas sonoras de Golden Axe o Rastan, pero tocadas por el incuestionable virtuosismo de los actuales miembros de Basiscape; es el sabor de la mejor Conan-exploitation de los 80 y los 90, al fin dignificado.
Remember, don’t shoot food!
Si preguntáramos a los muchos inpiduos que a día de hoy se dedican a juntar letras en webs de videojuegos, ya sea de forma profesional, amateur o mediopensionista, acerca de cuál sería su antología ideal de juegos de Mega Drive, algo me dice que muy pocos incluirían Gauntlet IV en ella. Yo seguro que sí. De todos modos, todo eso debería importaros un carajo. Ahora que tenemos emuladores y ROMs a un click de ratón de distancia, gracias a Internet y todas esas cosas modernas, probad este juego por vosotros mismos. No es nada lo que perdéis, y a cambio podéis ganar el haber probado uno de los grandes tapados de aquella gran consola de Sega.