(Análisis) Kingdom Hearts 3D [Dream Drop Distance]

¿Qué nos esperará hasta llegar al Mundo Inexistente?

Quien haya jugado a algún juego de la saga (más que recomendable al ser esto una continuación de todos los que han salido hasta el momento) ya sabrá cómo suele ser esto. Vamos visitando mundos variados, con unos cuantos de Disney entre medias, se nos van dando datos de la historia por cuentagotas y al final todo termina siendo un estallido de datos y cosas inesperadas para que se queden en nuestra cabeza y tengamos ganas del siguiente. Así ha sido desde el primer juego, la diferencia está en que esta vez se nota más que estamos próximos a un final y que más no deberían liar la madeja los de Square-Enix antes de sacar el tan esperado Kingdom Hearts 3 con el que, en teoría, terminaría la travesía de Sora, la guerra de las llave-espada y luz y oscuridad se enfrentarían en la última y definitiva cruenta batalla en la que solo puede haber un bando vencedor, lo que no sabemos es de cuántos miembros en pie ni bajo qué cirscunstancias, así como también desconocemos cuál será el camino, el sendero a seguir y los obstáculos a sortear en esa aventura, así que, como no queremos jugar a ser unas pitonisas, pasemos a seguir con Kingdom Hearts 3D que es lo que nos concierne hoy.

Decíamos que el juego es una continuación de todos los anteriores y que es mejor haberlos jugado, pero para quienes no lo hayan hecho y estén vagos o no tengan las consolas suficientes, éste viene con resúmenes de todos ellos destripando por completo toda la chicha argumental y, aunque no es lo mismo que sentirlo tras ganarse esos datos y habiéndolo vivido, al menos uno no tiene esas grandes lagunas y entiende por ejemplo hasta qué punto es importante que aparezcan personajes que se creían muertos.

Esta vez, además de quedar más claro que nunca la importancia de los ojos amarillos, meternos más en el meollo de los planes de la Organización y hacer la prueba de valor para Yen Sid, veremos más que nunca el potencial de nuestros portadores de la llave-espada en un entorno que bien pudiera parecer un tanto de relleno, pero con una jugabilidad más fluida y rica que nunca a la que se le añade la posibilidad de patinar sobre barandillas o utilizar farolas en nuestro beneficio para llegar a sitios elevados y poco accesibles. A lo largo de lo que dicen ser siete mundos de examen (pero que son seis aunque uno lo visitemos dos veces), iremos a ayudar a la gente de Tron, del Jorobado de Notre Damme o de Pinocho hasta que lleguemos al extra, al fin del meollo y respuesta de tantas cosas que tantas nuevas incógnitas nos abre, a Mundo Inexistente, un lugar que nunca estuvo tan vivo, tan presente y, en conclusión, dando la sensación de estar ahí existiendo con más fuerza que en cualquier otro viaje anterior, aunque fuera dentro de nuestros recuerdos.

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