[Análisis] Gunbird

Psikyo lanzó en 1994 para máquinas recreativas el videojuego Gunbird  (ガンバード). Este título salió después en varias plataformas a lo largo de los años (Sega Saturn, PlayStation, móviles, PC) y recientemente se ha sumado otra nueva: Nintendo Switch. Es esta última la que nos ha quitado horas de sueño para ofreceros un análisis de este clásico imperecedero que se encuentra en la eshop con el sello de Zerodiv.

Gunbird es un shooter de scroll vertical en el que tenemos cinco personajes seleccionables, cada uno de ellos con su estilo de juego. No estamos ante un bullet hell, sino que es un juego de disparos en el que no se llena la pantalla entera de balas y podemos ver más claramente los huecos entre los que meternos aunque, como pueden venirnos con distintas cadencias y posiciones sin recorrido claro, los problemas estarán presentes a nada que uno de esos ataques enemigos roce ligeramente a nuestro personaje. Aquí o esquivamos completamente la bala o no hay manera de salir con vida.

Gunbird es un juego exigente en el que cada descuido sale muy caro. Para empezar, lo más recomendable es que nos hagamos a un personaje y que ése sea nuestro principal. No es solo que disparen de otro modo y que sus mejoras (lo conocido como power up) hagan que la diferencia sea aún más notoria, sino que incluso sus bombas son tan distintas que eso puede marcar la diferencia. Ash, el alemán con gustos recriminables, está enfocado a pegarse mucho a los enemigos, soltando incluso bombas zonales cercanas a donde está él situado. Yuan Nang, la versión femenina de Son Goku, se centra en ir de frente, a una buena distancia, lanzando como bomba diversas estelas moradas fantasmales que parece que tengan vida propia. Valnus, el robot de combate fabricado en Rusia, dispara rapidísimo (aunque más flojo) y su bomba es un rayo que sale en cuatro direcciones desde él, es decir, que dispara hacia arriba, abajo, izquierda y derecha. Tetsu, el anciano homosexual, tiene un estilo de ataque similar al de Tetsu, con disparos rápidos, aunque su bomba es una llamarada que lanza hacia delante. Marion, la joven que estudia en una escuela de magia, dispara con un rango más abierto, como en abanico y su bomba va hacia todas las direcciones, como cuchillas, desde su posición.

Gunbird tiene lugar en el siglo XIX, en un mundo lleno de magia, fantasía y en pleno desarrollo tecnológico, pues no hay más que ver que tenemos a pilotos volando, robots por todas partes (uno de ellos además lo podemos controlar nosotros mismos), o incluso a un genio de la lámpara. Su historia, igualmente no deja de ser un pretexto y no cuenta con un elaborado desarrollo. Eso sí, como punto positivo, hay algún que otro diálogo entre fases y sus distintos finales son de lo más cómicos y entrañables, por lo que aquí, tenemos diversión añadida a la propia de superar el juego en sí mismo. Cada personaje tiene un final propio y otro junto con cualquiera de los otros seleccionables, para que jugar en modo cooperativo tenga otro aliciente añadido al de jugar en parejas para ayudarse mutuamente mientras existe el sano pique de ver quién acumula más puntos por bajas realizadas. Cooperativo que es de modo local ya que esta versión de Gunbird está calcada a las ya existentes y no tiene por tanto, tampoco, tablas de puntos online ni ningún otro tipo de extra.

Pese a no contar con online, sigue siendo un juego tan divertido y desafiante como antaño. Podemos trastear entre múltiples opciones para crearnos una partida a medida según lo que pretendamos, empezando por la selección del idioma con el que nos sintamos más cómodos a la hora de jugar: inglés o japonés. Para empezar está disponible el seleccionador de dificultad, en nueve niveles diferentes, pero también podemos ponernos o quitarnos vidas a nuestro antojo y hacer lo propio con el número de bombas o las ocasiones a continuar para que no sea el fin de la partida. De esta manera podemos hacer que todo sea algo más sencillo o complicarnos aún más la vida ya no solamente por el modo de dificultad escogido, sino por haber modificado el resto de parámetros. Si nuestro objetivo es tratar de llegar lo más lejos posible por ejemplo con una sola vida y sin bombas ni opciones de continuar, estamos en nuestro derecho, como también lo estamos a la hora de ponérnoslo en el modo más fácil, con el máximo de vidas y bombas y con el «continue» en ilimitado. No obstante, ya se encargará el juego de irse volviendo un poco más difícil cada vez que lo completemos, ya que al acabar con el último jefe y ver la secuencia final, no se acaba la partida, sino que volvemos a comenzar desde la primera fase hasta que nos maten o nos cansemos.

Como juego arcade es muy completo y adictivo. Las mejoras de poder no tardan en alcanzar su límite, aunque éste, al ser demasiado poderoso, se evapora rápido y se nos queda un poco por detrás. También, si nos matan una vida y aún nos quedan, tendremos para recoger precisamente una parte de lo que se nos haya arrebatado al morir. Cabe decir que no debemos racanear con las bombas si nos vemos en situaciones de peligro, ya que de no usarlas y morir, estarán perdidas en el limbo y si bien con cada vida tenemos dos por defecto (recordamos que el número es modificable desde las opciones), hay ocasiones en las que recogeremos alguna extra del mismo modo que sucede con los power up: por encima.

9

Conclusiones:

Por Gunbird no han pasado los años. Con unos bonitos diseños de personaje, unas fases muy entretenidas y con muchos alicientes para que, al igual que cuando a uno le despiertan y pide esos cinco minutos más, nos diremos a nosotros mismos que tan solo una partida más y, lo más probable es que sean unas cuantas por aquello de probarnos hasta dónde somos capaces de llegar sin que nos maten o si superamos ese récord con el que poner esas tres letras con las que nos sintamos identificados. Uno de esos títulos que no hay que dejar pasar si os gustan los matamarcianos.

3 Respuestas a “[Análisis] Gunbird”

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.