Sin embargo, es obvio que las compañías aspiran a crear sus mundos más complejos y vivos en el género denominado sandbox, con Rockstar a la cabeza con su franquicia GTA o Red Dead Redemption pero abrazar ese concepto no suele ser siempre sinónimo de éxito y en la propia compañía podemos encontrarnos con un buen ejemplo: L.A. Noire. El juego de Team Bondi tiene sus virtudes sin lugar a dudas, pero falla a la hora de recrear Los Ángeles de los años 40, con todo el potencial que poseía totalmente desaprovechado.
Anteriormente hablaba de integración entre el mundo que recorremos y las mecánicas jugables y eso es algo que falla estrepitosamente en este caso. Tanto las misiones principales como las secundarias siempre se encuentran aparte, tras un fundido en negro y un tiempo de carga, cuando, teniendo en cuenta el momento en el que se puso a la venta, parecía fácil integrar robos y delitos menores a medida que vamos recorriendo la ciudad, pero no es el caso. Ni siquiera existen actividades complementarias para darle algo más de vida al mapa más allá de encontrar puntos turísticos y coches ocultos. Al final, Los Ángeles más que una urbe viva parece un mero escenario de las películas noir que tanto homenajea, cuyo único propósito es albergar nuestras idas y venidas entre misión y misión. Todo ésto se agrava cuando recordamos ejemplos como Yakuza, cuyas virtudes ya señalé en un artículo anterior y que consigue alcanzar su objetivo de forma mucho más satisfactoria que L.A. Noire a pesar de ser más limitado en principio.